MAR DE LEVA

Crónicas de un puerto

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En la Feria del Puerto, la semana pasada, en una de las calles del ese recinto que casi parece una calle de Cádiz, por la cantidad de caras conocidas a las que voy saludando, me encuentro con Jose María Morillo, y en la charla me recuerda, como ya hiciera en los últimos premios de LA VOZ de hace unos meses, la existencia de la página web, Gente del Puerto (www.gentedelpuerto.com), que con entusiasmo lleva en marcha desde hace unos años. Así que entro en cuanto vuelvo a casa y me paso un par de tardes repasando artículos, y viendo fotos, y leyendo artículos, y asomándose a otras vidas tan cercanas y tan lejanas al mismo tiempo.

La gran novela de la evolución, el desarrollo y hasta la degradación de los pueblos de la bahía de nuestro siglo veinte está todavía por escribir, pero aquí podemos echar un vistazo impagable a las calles, los monumentos, los establecimientos, las modas, los rostros. No es mi ciudad, ni es parte de una buena parte de mi pasado, pero admira por un lado el tesón de quienes hacen esa página, el mimo con el que recogen fotografías y testimonios, haciendo de archiveros electrónicos para una posteridad que dentro de poco no tendrá otro medio para asomarse a cómo fuimos, y por otro lado las enormes coincidencias que existen en esos figurantes del ayer con otros figurantes de nuestros ayeres, las vidas vividas entre grandes acontecimientos históricos que aquí se ven sólo de refilón, pero se intuyen: ese andalucismo en los sombreros cordobeses, ya extinguidos en el uso diario; el sueño amodorrado de tantas barcas en las orillas cercanas; las arboledas recuperadas para el recuerdo.

Y encandila porque no sólo se asoma uno al balcón del pasado, sino que puede ver, al mismo tiempo, las calles del presente, con personajes de verdad y de ahora, gente corriente, de diario, como usted y como yo. Nosotros mismos. Todos con su pequeña biografía ya inolvidable, aunque hasta ahora haya sido prescindible. Dan lo mismo los grandes personajes que la gente de la calle, el gran hecho histórico con la anécdota intrascendente que sólo hacer resonar las campanas del recuerdo en quienes las vivieron, el gran poeta laureado con el maestro recordado o los escolares ansiosos que posan para la cámara desde uniformes recatados con ojos de no saber que los estudiarán después otros ojos curiosos. Caras anónimas, caras conocidas, la savia misma de la ciudad, como dice en su mismo título.

Esta página porteña (uno de los términos que se rescatan, hoy sustituido por «portuense» en nuestra habla diaria) es el encuentro inevitable del pasado, el presente y el futuro. Cuando las hemerotecas o las cinematecas quedan lejos, cuando los libros y las fotos históricas están fuera del alcance de tanta gente, basta un botón, un electrodoméstico y una conexión a Internet para regodearse con una visita guiada por la historia grande y por la historia chica.

Lo mejor, que se anuncian otras páginas de contenido similar para otras ciudades hermanas: Jerez, Algeciras. Y Cádiz mismo. Allí estaremos sin duda, Jose María: recordándonos, imaginándonos, entendiéndonos.