Tribuna

Con otro estilo

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Tal como están las cosas, una de las "habilidades directivas" que los procesos de 'empoderamiento' (empowerment) de las mujeres deberían incluir es un master en grosería. Como ese vídeo en que un equipo de futbolistas italianos, creo, aprendían a tirarse al suelo y gritar como si les hubieran hecho una falta, las mujeres que quieran progresar y ser consideradas como líderes tienen que entrenarse en el insulto, el borderío, la demagogia barata y la altanería. Algunas ya lo han aprendido y les va muy bien. Parece la mejor forma de ser respetada en un mundo de hombres, donde esos son los "códigos compartidos" que mejor funcionan, el reconocimiento de la especie, una suerte de olisqueamiento mutuo al modo perruno.

Lo pensaba mientras seguía el estreno parlamentario de la nueva consejera de Economía, Carmen Martínez Aguayo, en la noche del miércoles, cuando media España se preparaba para ver la final de la Copa del Rey y, curiosamente, en el Parlamento andaluz apenas quedaban hombres para entonces. La consejera, que es una prestigiosa gestora y de las personalidades más coherentes de la política -y de la vida en general- que conozco, hizo una prolija exposición, llena de datos, acerca de la ejecución presupuestaria y se topó con un discurso altanero, descalificatorio y demagógico de la portavoz popular, Esperanza Oña, que con apenas tres números apuntados en un papel quiso aplastar a su contrincante a base de frases huecas, pero efectivas, que buscaban humillar al contrario, pero no hacer una crítica profunda y fundamentada de la gran cuestión que ella misma había planteado, el cumplimiento de la acción del Gobierno andaluz, que sin duda debe ser objeto de exhaustiva vigilancia y pregunta por parte de la oposición.

Sin embargo en su réplica, la consejera se negó a entrar en el juego de la dialéctica de los puños - retóricos, faltaría más- y volvió a sus fríos números y a la paciencia tipo santojob para exponer sus argumentos. Sin duda es lo que tenía que hacer de acuerdo con sus convicciones, entre ellas un feminismo conciliador y no excluyente. Esta es la manera lógica de construir un estilo de poder de las mujeres que no consista en copiar el de los hombres, si queremos que la igualdad sea más que una entelequia, o un área de la diputación, por ejemplo. Pero esta actitud ¿es eficaz políticamente? ¿valora este detalle el electorado, el ciudadano? Acostumbrada al griterío de las tertulias de la radio y la tele, que han convertido el exabrupto, el insulto en modo de relación, la política se ha contagiado (véase el reciente debate sobre el estado de la nación o, más cerca, los plenos del Ayuntamiento y de la Diputación de Cádiz) y no se salva de ello. Los usos sociales, los gustos del público, de los votantes, no parecen dados a captar sutilezas de este tipo ni preparados para escapar de la demagogia y el simplismo.

Ya sé que el estilo parlamentario no es una mesa redonda con una sucesión de ponentes, por supuesto que no. Exige, como el boxeo, réplicas ágiles y brillantes, buscar los flancos del contrario, alcanzarle en la mandíbula (figurada) y hasta tumbarle en la lona. Pero están prohibidos los golpes por debajo del cinturón.

Construir un nuevo modelo de sociedad pasa por otra sociabilidad, por cambiar el modo de relacionarse, en el parlamentarismo y en la política como en tantos otros capítulos. Se hace a base de pequeños, y no tan pequeños, gestos. Es preciso conservar la esperanza de que sirva y no se vuelva en contra. Ojalá que la consejera marque estilo, que buena falta hace.

Alerta en la aeronáutica

Luis Pizarro interrumpió una reunión de Martín Soler, el nuevo responsable de Innovación, para decirle que ni se le ocurriera abrir el melón de EADS-CASA en El Puerto. Sólo faltaba eso, supurante aún la herida de Delphi y con delicadas perspectivas electorales para el PSOE. Así que el consejero almeriense se reunió con los trabajadores para tranquilizarlos. Sin embargo, hay caso y la preocupación se extiende por el sector, en especial por la industria auxiliar. Desde el punto de vista empresarial, la operación puede convenir a Alestis y al consorcio europeo. Pero uno de los principales obstáculos son las diferencias salariales entre una y y otra empresa, ventajas a las que el comité de EADS-CASA no está dispuesto a renunciar, pero con las que no le salen las cuentas a Sk-10.

lgonzalez@lavozdigital.es