El gobernador de California. / AFP
MUNDO

De Moisés a los niños de Gaza

El difícil equilibrio entre lo religioso y lo político marca una agenda papal que tendrá su gran prueba en territorio hebreo

| AMÁN Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Jordania, la primera etapa, supone la segunda visita de Benedicto XVI a un país musulmán después de Turquía en noviembre de 2006. Aquel viaje soportó una gran carga de tensión por la polémica del discurso del Papa en Ratisbona, con su advertencia al islam del peligro de unir la violencia a la fe y de prescindir de la razón. Con todo, Turquía no deja de ser un país laico, cercano a Europa, y por eso Jordania constituye su verdadero primer contacto con el corazón del mundo islámico: el rey Abdalá II es el 43 descendiente del profeta Mahoma. La visita servirá para estrechar lazos y verificar el estado de la cuestión.

Los Hermanos Musulmanes han pedido al Papa que renuncie al viaje e incluso, ayer mismo, los talibanes de Afganistán tuvieron palabras amenazantes, pero ésa es sólo una pequeña parte del islam. En cambio, el primo del rey Abdalá II, el príncipe Ghazi Ben Talal, consejero en cuestiones religiosas, es uno de los principales firmantes del importante documento enviado al Pontífice en 2007 por 138 ulemas (sabios musulmanes) para promover la paz. Días después, en Jerusalén, Ratzinger encontrará al Gran Mufti y el consejo islámico del Waqf en la misma Explanada de las Mezquitas, otra vertiente más rígida de ese mismo mundo.

En el aspecto religioso, la imagen de Jordania será sin duda la visita de mañana de Ratzinger al monte Nebo, altura que domina una vista espectacular de Tierra Santa y donde, según la tradición, Dios mostró a Moisés la tierra prometida. Benedicto XVI seguirá el rastro de la fe en el río Jordán, lugar de bautismo de Jesús. Luego, en Israel, continuará este itinerario espiritual por otros escenarios del Evangelio para terminar el último día en el Santo Sepulcro.

Museo del Holocausto

Pero en territorio hebreo le aguardan otros retos. El lunes, lo primero que hará, tras los encuentros oficiales, es visitar el Museo del Holocausto o Yad Vashem. Ratzinger, un Papa alemán, ha reiterado en numerosas ocasiones su cercanía al pueblo judío, pero las incomprensiones no cesan de estallar. La prueba es que se saltará la sala en la que se acusa a Pío XII de no haber hecho nada por salvar a los judíos durante la persecución nazi en la II Guerra Mundial.

El papa Pacelli es uno de los obstáculos entre la Santa Sede y el mundo hebreo. Benedicto XVI, que apoya la beatificación de su predecesor, aunque de momento la ha congelado, le ha defendido expresamente. Pese a los avances del Concilio Vaticano II, parte de la comunidad judía siguen pensando en la tradición antisemita de la Iglesia católica, que históricamente les recluyó en guetos y les trataba de «pueblo deicida».

Episodios como el reciente caso del arzobispo lefebvriano Williamson, con su negativa a reconocer la existencia de las cámaras de gas, no hacen más que empeorar las cosas. La extrema derecha ya ha alzado la voz contra el Papa, incluso en el Parlamento (Kneset).

Es de imaginarse también el efecto que causará otro de los momentos decisivos del viaje, la visita del obispo de Roma a un campo de refugiados palestinos en Belén. Así como las palabras que, según la liturgia preparatoria, se pronunciarán en la misa que celebrará en esta ciudad cisjordana: «Roguemos por los niños de Gaza, que han muerto o se han quedado huérfanos, y viven en la miseria y el miedo». Según datos de la ONU, más de cuatrocientos menores perecieron víctimas de los bombardeos israelíes entre diciembre y enero durante la ofensiva contra la Franja de Gaza.