PAN Y CIRCO

Decepción o fracaso

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Finaliza la semana de los premios. Galardón al presidente colombiano, que a una amplia mayoría de la ciudadanía le ha importado un reverendo pimiento porque no alivia su penosa situación económica. Se lo entregó nuestra alcaldesa, la que nos ha recompensado con una circulación entre Cuesta de las Calesas y Plaza de España que invita al suicidio colectivo. En lo deportivo, el Cádiz ratificó lo que hacía meses se veía venir: ser campeón del Grupo IV. Un sobresaliente previo a la selectividad que es como jugárselo todo a una carta aunque con un as en la manga que para eso ha sido el mejor de 20 inquilinos. Lástima que las cosas no le hayan ido tan bien a nuestros vecinos de El Puerto, San Fernando y La Línea; a lo que se ve los amarillos siguen siendo un poder fáctico en esto del balompié gaditano aunque sea el Xerez el que en la actualidad acaricie la posibilidad de formar parte de la élite por primera vez en su historia. Volviendo a los cadistas, ciertas sombras se han quedado por el camino ahora que casi todo el mundo pone una vela para que no se dé un emparejamiento con el equipo de Irún en la primera eliminatoria. Las más insignificantes; las de aquéllos que toda la temporada, y con el equipo instalado comodamente en lo más alto de la tabla, no han parado de llorar y lamentarse por unas graves carencias deportivas que iban a conducir al caos. Metieron la pata. Otras, éstas más preocupantes porque proceden de las instancias más altas de la entidad, vienen insistiendo en un discurso en el que, frente a la palabra fracaso, acuñan el término decepción, en caso de no lograrse el obligado ascenso a Segunda A. Un comportamiento que refleja una inseguridad nada beneficiosa en estos días previos a la gran cita del año. Unas manifestaciones que emparejan a los señores del fútbol con los políticos, personajes que siempre procuran irse de rositas tras un batacazo.