Los hospitales acumulan grandes cantidades. / AP
Sociedad

Pestes y gripes acechan a la Humanidad

El mundo temía que la pandemia llegara de Oriente y a lomos de aves. Pero viene del Oeste. No es la primera vez en la Historia que el hombre se enfrenta a una dolencia casi universal

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La historia del hombre está jalonada por epidemias, catástrofes y conflictos que han diezmado desde antiguo el crecimiento exponencial de los pobladores de la Tierra.

Una de las primeras epidemias de las que se tiene noticia fue la peste bubónica, que asaltó Europa durante el siglo XIV. La pandemia, transmitida por las picaduras de las pulgas que parasitan a las ratas, acabó con una cuarta parte de la población europea entre los años 1347 y 1351 y causó estragos en China e India. Y, como sucede ahora con la gripe A/H1N1, una simple mutación genética en una bacteria estomacal alojada en el hombre provocó una epidemia de consecuencias devastadoras.

Algunos historiadores sostienen que la enfermedad, a la que los libros de Historia han bautizado como la Muerte Negra, llegó a Europa junto a las ratas que viajaban en un navío genovés que habría atracado en el puerto de Kaffa (Crimea). Desde Italia, la peste alcanzó la Provenza y el Languedoc francés, Aragón, Castilla y el centro de Europa. Años más tarde se extendió por Inglaterra, el norte de Europa y Escandinavia. Sólo algunas regiones como los Países Bajos, Bohemia, el Bearn y Hungría escaparon a sus devastadores efectos.

La peste mató, por ejemplo, a Alfonso XI el Justiciero en 1350, mientras sus tropas asediaban Gibraltar. Hay quienes sostienen que su muerte (y la de millares de sus soldados por culpa de la peste) retrasó varias décadas la Reconquista.

Para hacer frente a los efectos que la peste bubónica tuvo para Castilla, Pedro I reunió a las Cortes en Valladolid en 1351. Al haber sido diezmada la población, aumentaron los precios de todos los productos de primera necesidad y surgieron revueltas de campesinos y artesanos hambrientos. Las Cortes se vieron obligadas a fijar el salario de los jornaleros y los sueldos de los menestrales. Los señores feudales dejaron de cobrar sus rentas y muchos de ellos fueron incapaces de pagar los créditos que habían contraído con los prestamistas. La sociedad se convulsionó.

Algunas investigaciones aseguran también que la peste provocó consecuencias irreversibles en la sociedad europea como el abandono de las granjas, la disminución de las rentas agrarias y la caída de los precios agrícolas. Consecuencias todas de las masivas migraciones hacia espacios libres del mal.

La pérdida de población se dejó sentir menos en las ciudades, donde acudían a refugiarse quienes huían de la peste, llamada bubónica por la presencia de bubas (tumores pustulentos) y, también, vómito negro. La peste negra, sostienen hoy los especialistas, estuvo detrás de la profunda crisis económica y social que padeció Europa durante cerca de dos siglos.

Siglos más tarde (y tras diversos episodios menores y recurrentes de pestes y viruelas), la Humanidad hubo de hacer frente a otra gran epidemia, en esta ocasión de gripe. Los americanos gustan de bautizar con nombres propios sus grandes gestas y avances pero son poco proclives a reconocerse como responsables de males y dolencias. Por esa razón, la pandemia de gripe, observada por vez primera en Fort Riley (Kansas) en marzo de 1918, ha pasado a los libros de Historia como gripe española. ¿La razón? La tuvo la Primera Guerra Mundial. Los países implicados mantenían una férrea censura sobre los males y las bajas que les acechaban. España, neutral entonces, informó con libertad de la gripe y se quedó con el honor de concederle el nombre.

Sida y gripe aviar

En los últimos años, la Humanidad ha debido enfrentarse a serias amenazas como la epidemia de sida (originada también por mutaciones genéticas de virus en en animales, en ese caso primates) y el Síndrome Respiratorio Agudo y Grave. Conocido como SRAG, esta especie de neumonía aparecó en China en 2002 y se expandió por Oriente. Se registraron 8.000 casos y la mortalidad fue de un 10%, hasta sumar unos 800 muertos.

Al SRAG, propagado por las civetas, le siguió la gripe aviar, una amenaza que asaltó al mundo en 2003 y que sirvió para que las autoridades europeas activaran los sistemas de prevención que ahora están llamados a poner freno a la expansión de la gripe A/H1N1.

Entre 2003 y 2004, cientos de millones de aves de corral fueron sacrificadas en todo el mundo. China, Vietnam e Indonesia sufrieron la muerte de 36 personas. Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde su descubrimiento, la gripe aviar ha afectado a 420 personas, de las que 257 han muerto. La OMS decretó un nivel de alerta 3 para aquella situación , que amenazó con convertirse en la tan temida pandemia.