TRIBUNA LIBRE

Investidura

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En estos días se produce en Andalucía un relevo histórico en la Presidencia de la Junta, una figura esencial en la Comunidad Autónoma, que junto a las responsabilidades de gobierno encarna la máxima representación institucional. Se ha marchado Manuel Chaves, después de ejercer la Presidencia con moderación, sobriedad y firmeza, durante más de diecinueve años, requerido para formar parte del Gobierno de España. Llega Pepe Griñán, un político avalado por una larga experiencia de gestión en diversos campos (economía, empleo, salud), en la que han prevalecido la solvencia, la serenidad, el diálogo y el acuerdo con sus interlocutores, especialmente sindicatos y empresarios.

En la despedida es inevitable, a la vez que necesario, el balance de una etapa de liderazgo en Andalucía, marcada por una profunda transformación económica y social, que ha supuesto la recuperación de la autoestima de los andaluces.

La puesta en valor de nuestros recursos naturales, la mayor cualificación profesional de los trabajadores, la notable mejora de las infraestructuras y servicios públicos, la posición de vanguardia en materia de investigación biomédica y en energías alternativas, la consolidación del tejido industrial y de una oferta turística de calidad, han supuesto nuestra convergencia con el resto de España y de Europa. Hoy seguimos teniendo problemas, pero éstos son cada vez más equiparables a los que tienen otras regiones europeas, que disfrutan de un buen nivel de desarrollo económico y de calidad de vida.

El cambio, tan insistentemente demandado por el PP, ha cogido a sus portavoces con el pie cambiado, dejándolos sin discurso, instalados en el disparate político y dando muestras del mayor desconcierto. Javier Arenas roza el ridículo en el Senado, obsesionado con perseguir a Chaves en cualquier escenario político, exigiendo su comparecencia en un debate en el que tenía como oponente a la máxima responsable en la materia.

Esperanza Oña da muestras de ignorancia y atrevido desparpajo cuando anuncia la candidatura de su jefe a la Presidencia de la Junta, facultad que corresponde en exclusiva a la Presidenta del Parlamento, tras oír a los portavoces de los grupos parlamentarios.

Los dirigentes andaluces del PP estaban en la fase de repetir con Chaves la estrategia del «Felipe, vete ya» que tan buenos resultados le dio a Aznar. Desconcertados por el cambio, no están por respetar las formas, usos y costumbres que recomiendan despedir con buenas maneras, agradeciendo los servicios prestados, a quien se marcha, y otorgar cien días de gracias al que llega; al menos, darle el beneficio de la duda y esperar a que fije sus prioridades en el discurso de investidura.

Arenas debería visitar el diván del psicoanalista, para librarse de los fantasmas personales y poner sus «barbas a remojar» para la despedida, porque es evidente que se ha convertido en la mejor encarnación de lo que pregona: «más de lo mismo». Mientras asume el trago, se ha puesto el «estado de derecho» por montera, negando legitimidad al nuevo presidente, aunque ello suponga darle una patada a la Constitución y otra al Estatuto de Autonomía.