Días mundiales

No sé si me preocupa más que hoy se celebre el Día Mundial de la Tierra, que mañana sea el Día del Libro o que el sábado estén convocadas las familias numerosas de la provincia en una Jornada Familiar que va a celebrarse en El Puerto de Santa María. Y no sé cuál de las tres citas me causa mayor perturbación porque da la impresión de que la Tierra, los libros y las familias numerosas son de alguna forma especies protegidas -que es algo aún peor que especies en extinción- que necesitan de este tipo de convocatorias para demostrar que existen -como los ecologistas o los billetes de quinientos, que todos saben que los hay pero nadie ha visto ninguno y que necesitan de un día especial para que el mundo les autorice su presencia-.

Que el hombre sea el único animal capaz de destrozar lo que le rodea parece ser que motivó lo del Día de la Tierra, un día para encontrar un equilibrio entre lo que hay y lo que nos dicen que hay -porque hasta que no me quite la rebequita, lo del aumento de temperatura son suposiciones de Gore. Lo del libro -y lo del derecho de autor, no lo olvidemos- viene de antiguo y no hace falta más justificación que lo poco que leemos y lo menos que compramos libros. Y en cuanto a las familias numerosas mejor me callo porque para contestar abiertamente a más de uno que habla sin complejos de incompatibilidades profesionales, de procreación irresponsable, de creencias religiosas -aún no se han enterado bien de dónde vienen los niños- y de incontinencia sexual habría que empezar por localizarlos. Pero para eso habría que instaurar el Día Mundial de la ignorancia profunda. Y ya hay demasiadas citas en el calendario.