Cristina Fernández, durante la fotografía oficial. / AP
V CUMBRE DE LAS AMÉRICAS

Suramérica ve una inflexión en su relación con EE UU

La presidenta de Unasur, Michelle Bachelet, llamó a no repetir errores

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La V Cumbre de las Américas posiblemente pasará a la historia por marcar la diferencia del tipo de relaciones entre EE UU y los países latinoamericanos. Al menos es lo que esperan los 34 mandatarios continentales reunidos en Trinidad y Tobago. El objetivo de esta cita de tres días, que concluye hoy, es «asegurar el futuro de nuestros ciudadanos promoviendo la prosperidad humana, la seguridad energética y la sostenibilidad ambiental».

La mayoría de los presentes responsabilizan de la actual crisis mundial a los gobiernos estadounidenses y a muchos les preocupa la coyuntura porque, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), «por cada punto porcentual que se reduzca el Producto interior Bruto en América Latina, unos 15 millones de personas regresarán a la pobreza extrema». Se revertiría la tendencia de los últimos cinco años en los que unos cuarenta millones salieron de esa situación.

El presidente brasileño, Lula da Silva, consideró que «la crisis la habían creado gente rubia y de ojos azules» y que Latinoamérica no debía pagar las consecuencias. Por eso, acudieron a la cita con cierta prevención ante Obama, quien dijo que era importante reconocer los errores del pasado pero sin que le culparan a su país, ni a él, por los problemas del hemisferio.

De todas formas, el mandatario estadounidense demostró que no se parece a su antecesor. Si en la primera jornada ofreció tratar de «igual a igual» a todos los países, tomó la iniciativa para saludar a sus pares y abordó en su discurso los temas candentes y acabó por meterse en el bolsillo a los más críticos, empezando por Hugo Chávez.

Durante la mañana, el inquilino de la Casa Blanca se reunió con los tres bloques continentales, sur, centro y norte. La que más expectación despertaba fue la del Unasur, (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela) a la que pertenecen dos de los más recalcitrantes oponentes, Chávez y el boliviano Evo Morales.

«Mucho que aprender»

«Tengo mucho que aprender y muchas ganas de escuchar» fue lo primero que dijo Obama. Allí se habló de cómo la crisis afecta a la región donde la pobreza hace estragos, de Cuba, de la ayuda financiera, el narcotráfico y la energía.

El talante dialogante propició que al término del encuentro Chávez dijera que «había tomado nota de algunas ideas». Calificó la reunión de «extraordinaria» y afirmó que «no tenía duda» de que Venezuela y EE UU se acercarán porque hubo «un buen inicio». El líder afroamericano dijo, por su parte que estaban «haciendo progresos en la cumbre». Uno de sus funcionarios definió la reunión de «muy civilizada, muy positiva y sin tensiones».

Lo que quedó claro es que la iniciativa de EE UU de potenciar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) -que comenzó su declive en la cumbre de 2005- ha quedado definitivamente enterrada.