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La Mina de los bailes

El recuperado templete de la plaza gaditana resucita recuerdos de una generación

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Antonia y Eduardo son dos gaditanos que suman muchos años. Hablan de un templete en la plaza de Mina, en el que se celebraban bailes y actuaciones en su juventud, allá por la mitad del siglo pasado.

En sus recuerdos se cruzan besos, pasodobles, zarzuelas y romances. Sus testimonios mezclan el encanto de un lugar con la experiencia personal de los que asocian escenario y memoria. Sólo algunos espacios tienen esa fuerza. La céntrica plaza gaditana es uno de ellos y a finales de este año recuperará esa pieza de metal que tantas vivencias guardó para una generación de gaditanos.

El último de esos escenarios techados y elevados, fue derribado en los primeros años 80, tras muchos meses de abandono y suciedad. Antes hubo otros, en los años 20, en la posguerra... hasta hace 30 años, siempre hubo uno en el centro (o en la esquina) de la plaza.

Ahora, tras tres décadas de ausencia, el Gobierno local ha anunciado su recuperación. El pasado viernes se comunicaron los últimos trámites administrativos. La plaza de Mina tendrá un templete para actuaciones a finales de este año y el enclave recuperará su papel como punto de encuentro para disfrutar de la música.

Tendrá un diseño acorde a la historia, dos alturas y todos los elementos que lo igualan con el recuerdo de casi todos los que lo contemplaron. La oferta musical que ofrezca ya es otra cosa. Los tiempos han cambiado. Puede que no vuelvan los bailes y, mucho menos, el ritual que los acompañaba, pero la estructura sumará un nuevo motivo para acudir a una plaza llena de historia y revive la memoria de miles de gaditanos.

Lugares comunes

Hay calles, plazas y rincones que son más que sitios. Son escenarios de los recuerdos de generaciones enteras que identifican ese paisaje urbano con momentos personales que les acompañan hasta la muerte.

Son bancos en los que se declararon amores eternos que duraron unos meses. O árboles sobre los que se grabaron nombres que sólo la flecha del corazón dibujado pudo mantener unidos. Son tramos de playa en los que nacieron pasiones que duraron lo que una marea, o esquinas en las que se escuchó ese tanguillo de Carnaval que creó una afición a las coplas de duración indefinida.

Uno de esos lugares con capacidad de provocar recuerdos es el templete de la plaza de Mina.

Hay que tener bastantes años para recordar algo en aquel lugar que, durante unos minutos, era el centro del mundo para los que acudían a una fiesta, un baile o un espectáculo. Fue un punto de encuentro social durante la primera mitad del siglo XX y ahora podría recuperar esa condición.

Los planes que Junta y Gobierno han puesto en marcha para realizar pequeñas obras anticrisis tienen, aprobado ya como proyecto oficial, uno que incluye la recuperación de ese trozo de la memoria colectiva de la ciudad: el tradicional templete de la plaza de Mina. Han cambiado las modas y los modos. Ya no tendrá la misma función ni el mismo público, pero la recuperación de esa estructura circular techada ya está aprobada.

Vecinos y recuerdos

La decisión permite resucitar un lugar que ha cautivado a miles de lugareños y evoca momentos inolvidables en la memoria de los gaditanos. Aquella música clásica, los repertorios de zarzuela aún parecen resonar en las arquitecturas de los palacetes de alrededor de la plaza, donde residían las familias más aristócratas de Cádiz. Alrededor de la plaza de Mina vivieron Manuel de Falla, y Ana de Viya. También el geólogo José MacPherson.

En su entorno han nacido y crecido la Academia de Bellas Artes, el Museo de Cádiz y el Colegio de Arquitectos. Pero en el centro, siempre estuvo el templete que resucitará a primeros del año próximo.

«En ese lugar di mi primer beso, en una mañana otoñal, al ritmo de un pasodoble», recuerda con nostalgia, Antonia, una octogenaria que toma el sol sentada en uno de los bancos de mármol de la plaza. En Mina existieron dos templetes, uno a principios del siglo pasado, sobre el año 1920, que fue instalado en una de las esquinas, y otro –el más recordado– en el centro de la zona, a partir de la Posguerra.

Recuerdos y esperanzas

«Le llamábamos la bombonera, porque tenía forma de una caja de chocolates», dice Eduardo Lumpie, otro de los vecinos del Cádiz de aquella época.

«La zona de los músicos estaba cubierta y en alto. En los bajos, había una floristería y una cafetería. Las actuaciones se llevaban a cabo las mañanas dominicales y días festivos a cargo de bandas de música como la Filarmónica Gaditana, la Banda de Cornetas y Tambores, y la Banda de Música del Tercio de Infantería de Marina. En ocasiones, ya durante los últimos años de actividad, también tocaba la banda de los americanos de la Base Naval de Rota», detalla.

Los moradores de los alrededores reconocen que esta actividad «daba vida y caché» a la plaza. «Aquí residían las familias más burguesas de Cádiz. La plaza era frecuentada por los jóvenes tirillas (el sinónimo de pijo de aquella época), con pantalón bombacho, este era el centro geográfico de Cádiz, el punto de encuentro de moda en aquella época», afirma.

Este templete fue derribado a principios de los años 80 porque estaba abandonado, sucio y era usado por indigentes para pernoctar. Actualmente el lugar que ocupaba esta estructura es una plazoleta fallida, infrautilizada, llena de pintadas y usada, en todo caso como pista para aficionados al monopatín.

Por eso, en los bajos de la casa donde nació Manuel de Falla, el tradicional negocio de dibujo y pintura Picolita, ubicado el número 3 de la Plaza de Mina, admiten sentirse «encantados porque se recupere una zona tan típica de una plaza tan céntrica como es el templete».