Jerez

Con el Martes Santo llega la música y el color a la Semana Santa

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Quizá haya llegado el momento de exigirles algo más. Esa reflexión nos hacíamos hace poco un grupo de amigos, todos cofrades, por supuesto, cuando hablábamos de las hermandades nuevas, y, por supuesto, de la Clemencia. Y llevan razón. La hermandad del Martes Santo está ante el primer momento crucial de su historia, ése que la derivará hacia una de las cofradías importantes de la ciudad o la dejará anclada en la normalidad. Es el momento de que la Clemencia demuestre que el trabajo realizado en su barrio está dando sus frutos, de que saquen un cortejo de nazarenos que sea digno de alabar, que su puesta en escena en la calle sea más comentada que su supuesta novedad.

Porque la novedad ya pasó y, hoy por hoy, la Clemencia se ha convertido por derecho propio en una más de las cofradías que hacen su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. Apostar por mejorar significa en todo caso mantener lo que ya funciona, y funcionar lo hace de maravilla el conjunto escultórico de la corporación gracias a las voces de mando pausadas de Eduardo Biedma y los sones musicales de los Gitanos de Sevilla. Así que eso, ni tocarlo. Es el momento de reflexionar por San Benito y definir las prioridades. En juego está, ni más ni menos, el futuro de la cofradía, y la salida procesional de Salud y Esperanza.

Pero no debe olvidarse a nadie que el Martes Santo se ha convertido en uno de los días más importantes de nuestra Semana Mayor, una jornada plena donde podemos disfrutar de música de verdad en los misterios, aunque quizá se eche en falta traer una banda de renombre para algún palio de la jornada. Quizá ese papel le tocaría jugarlo al Desconsuelo, por su categoría y antigüedad, aunque parecen preocupados por el número de nazarenos que saldrá este año a la calle, que la convertirá de nuevo en la cofradía con más hermanos de luz de cuantas procesionan en la Semana Santa jerezana.

Es un día de contrastes, de perderse en la bella estampa del Cristo de la Defensión por el Mamelón mientras busca la Carrera Oficial, o de soñar despiertos con una saeta en la plaza de San Lucas, justo cuando los pasos de la Hermandad de los Judíos están encarando la calle Cabezas, buscando ya sin remedio el cobijo de su barrio, el de San Mateo. Con el Martes Santo nos llega una de las mejores dolorosas de la ciudad escondida en un misterio, incomprensiblemente olvidada, como es el caso de los Remedios. Algunos no terminaremos nunca de entender cómo va el Cautivo en un misterio, y no va los Remedios bajo palio, porque la belleza de esta dolorosa es ciertamente insuperable.

Es el día de disfrutar de todo esto, y de mucho más. De rincones típicos jerezanos, como la plaza del Mercado, y de las nuevas avenidas jerezanas. Llega la hora de saber disfrutar de la estrechez de un balcón y de la grandiosidad de una cofradía bien armada en los medios de una avenida que sólo permite el paso de las cofradías que saben andar con categoría. Es un día grande el Martes Santo, sin duda. Y es el momento de saber aprovecharlo con toda la intensidad, que la jornada se merece.