ESPERA. Manuel Chacón disfruta de los últimos días en Espera antes de partir a Zaragoza. / A. ROMERO.
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«Preferiría no tener que irme a ningún sitio porque aquí hubiera trabajo para todos»

Manuel Chacón sigue emigrando para buscar el jornal, a pesar de sus casi 63 años, aunque pronto podrá jubilarse y regresar a Espera

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Manuel Chacón es un vecino de Espera que, desde el año 1992, viene participando en las campañas de frutas de Zaragoza y que este año volverá a participar en la misma. Ese año se vio obligado a buscar trabajo en el campo después de que la empresa en la que trabajaba, Servipack, se fusionara con otra y se viera en la calle. En tierras mañas participa en la recogida de diferentes variedades de cerezas, melocotones, nectarinas y ciruelas. Allí permanecerá durante más de seis meses, que es lo que duran las campañas, aunque hace unos años «íbamos a hacer cuatro campañas diferentes», asegura. En concreto «140 días en enero, después de la Semana Santa nos íbamos de nuevo hasta julio, de agosto a octubre y volvíamos otros 140 días a partir de noviembre».

Poco después de irse lo contrataron de manijero, encargado, hasta el 2007. Ese año se quedó en Espera como guarda del polígono industrial que se estaba construyendo, hasta junio de 2008. Él albergaba la esperanza de quedarse como guarda de este polígono cuando se pusiera en funcionamiento pero «la crisis me ha hecho que tenga que volver a Zaragoza pero esta vez como trabajador y no como manijero».

A sus casi 63 años ésta será una de sus últimas campañas antes de su jubilación. Él tuvo la posibilidad de pasarse del régimen general en el que se encuentra al agrario y acogerse a la jubilación anticipada a los 52 años, aunque «no lo he hecho porque prefiero sacrificarme un poco y tener dentro de unos años una pensión digna a la miseria que dan en el campo». En concreto, se desplazarán a una finca de 5.000 fanegas de tierra, unos 32 millones de metros cuadrados, que está bordeada por el río Ebro. El pueblo más cercano, Escatrón, se encuentra a 5,5 kilómetros por lo que harán toda su vida en el albergue de la finca.

La estancia allí corre a cargo del empresario, que les proporciona el alojamiento, y ellos ganan unos 50 euros diarios por unas 10 horas de trabajo. Además, tienen derecho a desayuno, comida y cena por unos 5,50 euros diarios que les descuentan del jornal. «La comida es muy buena, abundante y de calidad, y el trato es excelente», aunque, no obstante, asevera que lo idela sería «no tener que trasladarnos porque aquí tuviéramos trabajo».

Estos jornaleros vuelven a demostrar que en la comarca de la Sierra aún se sigue siendo emigrantes, para «conseguir las posibilidades de trabajo que no tenemos en la zona», concluyó.