CALLE PORVERA

Valor (con mayúsculas)

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CALLE PORVERA Cuando uno pone en peligro hasta su vida por los demás y recoge los frutos del riesgo que ha corrido supongo que la satisfacción ha de ser inmensa. La sensación que sentirán voluntarios de ONGs o soldados en países conflictivos al haber ayudado a quien realmente lo necesitaba será indescriptible, como también lo es el valor de estas personas que están dispuestas a sacrificios extremos.

Sin embargo, de todas las formas de valentía posibles la que más me llama la atención es la de aquellos que ponen su integridad física en peligro por algo tan abstracto o poco palpable como la democracia. Esto es lo que se me viene a la cabeza cuando observo con qué alegría la nueva presidenta de la cámara vasca (del PP) o el nuevo lehendakari socialista toman posesión de sus cargos con una ilusión y unas esperanzas puestas en el futuro que resultan envidiables.

Se trata de gente que es consciente de que puede tener los días contados, puesto que tanto ellos como sus colaboradores se han terminado de poner en el blanco de todas las dianas de la sinrazón con su acceso al poder. A mí, personalmente, me es casi imposible ponerme en su lugar, pues cuando pienso en ello inevitablemente recuerdo que la vida son dos días y egoístamente constato que yo nunca me arriesgaría a no ver más la luz del sol por una lucha tan complicada, tan larga y tan desagradecida. Pues seguramente cuando ellos no estén otros ocuparán su lugar sin más (una visión tal vez pesimista en exceso, teniendo en cuenta el paso tan importante que se ha dado). Por todo ello, no obstante, mi admiración a estos valientes, ya que hay que tener valor para aceptar un reto de tales característica sin perder la sonrisa y sin vivir con miedo.