Imagen de una sucursal de Caja de Castilla-La Mancha. / Afp
Análisis de IGNACIO MARCO-GARDOQUI

Se abre el baile

"Para terminar en la intervención, el Gobierno y el Banco de España deberían haberla decidido antes de que las dificultades existentes llegaran a hacerse de dominio público"

MADRID Actualizado: Guardar
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La decisión de intervenir Caja de Castilla-La Mancha adoptada por el Banco de España y el Gobierno en un Consejo de Ministros extraordinario celebrado ayer mismo supone la constatación de un sonoro fracaso. Las dificultades que arrastraba la entidad manchega eran bien conocidas, pues habían sido suficientemente aventadas en todos los corros económicos y en los medios de comunicación. Pero nos encontrábamos a la espera de una solución pacífica, vía fusión con Unicaja, dirigida y controlada desde y por el Banco de España. Para llegar a esto, podríamos haber empezado por esto. Para terminar en la intervención, el Gobierno y el Banco de España deberían haberla decidido antes de que las dificultades existentes llegaran a hacerse de dominio público.

Se suponía que el conocimiento real y efectivo de la situación que proporciona al regulador bancario las minuciosas labores de inspección y control nos mantenían al abrigo de este tipo de noticias. Esperábamos operaciones de rescate, pero las veíamos disfrazados de fusiones y acuerdos de consolidación; y nos creímos a salvo de las intervenciones, que son medidas extremas, traumáticas y siempre dolorosas.

No ha sido así, y ahora nos asalta el temor y la sospecha. ¿Supone esta decisión de hoy el primer compás de un baile infernal? ¿Es el último episodio de la crisis financiera, o el primero de una larga lista de naufragios? Solbes describió ayer la intervención como un hecho puntual, que proporciona la tranquilidad de saber que los depósitos de los clientes se encuentran a salvo. Pero al tiempo despierta otros temores, como la constatación de que el Fondo de Garantía carecería de la entidad necesaria para soportar una cadena de ataques de estas proporciones.

Según se desprende de los datos, Caja Castilla-La Mancha ganó dinero el pasado ejercicio, pero tiene unos desequilibrios patrimoniales insalvables. Se trata de una curiosa situación. Siempre se ha dicho que el sistema financiero español es sólido, que no tiene problemas de solvencia, pero sí angustias de liquidez. Lo ocurrido con la caja manchega nos enseña que quizás no sea así. O, al menos, que los problemas de liquidez, cuando perduran en el tiempo, se acaban convirtiendo en problemas de solvencia. Mal asunto.