LA HOJA ROJA

¿Quién resuelve las dudas?

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Hay cosas que siempre vuelven, y no sólo es el turrón por Navidad. Vuelve la primavera, vuelven las protestas de la plataforma contra el quiosco de Santa María del Mar. Vuelve la ley de costas arremetiendo contra los chiringuitos y vuelve la campaña de escolarización de la Consejería de Educación de la Junta que cada vez se nos antoja más cansina. Y siempre pasa lo mismo. Porque parece que no aprendemos.

Como la desdichada Carol Anne -ya saben, la protagonista de Poltergeist que más que una niña parecía la hermana chica de las Hurtado- que, por mucho que avisaba con un «ya están aquí» tuvo que tragársela la tele para que apareciera Tangina -recuerden, aquella cosa que parecía la hermana mayor de la enana de Gran Hermano- y la sacara.

«Otra vez, otra vez»

O como los teletubbies que no contentos con haber visto 600 veces como bajaban por una ladera los que se salvaron del diluvio con Noé, se miraban unos a otros y repetían «otra vez, otra vez». Pues otra vez nos ha vuelto a pasar. La falta de previsión hace que llegue el mes de la escolarización y vayamos como locos a la Oficina Municipal del Padrón a cambiarnos de domicilio para ver si tenemos la suerte de que nuestros niños entren en el colegio escogido.

Hasta más de 500 solicitudes se han recibido en lo que va de mes, algo más que sospechoso para la Administración local y para la autonómica, que sin embargo, afirman que este año tampoco se cruzarán los datos del censo.

No es elitismo

En los últimos años la cosa acabó en sorteos -con lo que gusta en Cádiz un sorteo- cuando no en manos de abogados y detectives, y con más de una medida cautelar que obligaba a la escolarización de determinados niños en los colegios que le correspondían por domicilio, que dicho sea de paso, es lo que más puntúa en la baremación y en la adjudicación de una plaza escolar, y que por tanto, contradice aquel principio por el que los padres tienen derecho a elegir el centro escolar que les plazca para sus niños.

Y, nos guste o no, el asunto trasciende los trasnochados tópicos de colegios elitistas, de superioridad educativa y de niños rubios que se han esgrimido para explicar por qué cada año los colegios concertados de esta ciudad reciben tantas solicitudes que superan el número de plazas ofertadas mientras la mayoría de los colegios públicos ni siquiera llegan a la ratio sugerida por la Delegación.

Para empezar, la oferta educativa en Cádiz dista mucho de ser elitista, no olviden que no hay un solo centro privado en la ciudad y quienes optan por este tipo de educación -tan válida como cualquier otra- han de salir a Jerez o El Puerto, cosa que no parece demasiado frecuente entre las familias gaditanas que se mueven entre el trabajo en la Administración y el chapú.

Cuestión de medios

Tampoco es el criterio de fe el que mueve a los padres a solicitar de forma masiva plaza en los colegios concertados de esta ciudad. Recuerden que tanto San Felipe Neri, como Salesianos, Las Esclavas, Amor de Dios y Carmelitas reconocían en días pasados que habrán de recurrir a la baremación porque, sin haber finalizado la campaña, habían recibido muchas más solicitudes de las plazas que podían ofertar.

Tampoco se trata de mejor opción educativa, porque en Cádiz -admitámoslo- todos los colegios son igual de buenos o igual de malos y la balanza de los padres siempre se inclina por buscar el «menos malo». Y no es un criterio de fe. Y ustedes lo saben, porque si hay una ciudad anticlerical esa es Cádiz, donde se sigue pensando que los curas y las monjas hacen un negocio redondo con los colegios, donde se siguen mirando con recelo el Domund, la campaña del hambre y cualquier otra cosa que el niño traiga del colegio como si de ahí -de las míseras monedas que echamos en el sobre- los curas y las monjas fueran a vivir como Roca o El Pocero. Donde se llenan los colegios concertados en la misma proporción que se vacían las iglesias. Algo constatable sin demasiado esfuerzo.

No es elitismo, no es credo católico. Es simplemente, la demanda de unos padres que quieren proporcionar a sus hijos, que tienen el derecho de proporcionar a sus hijos, aulas sin goteras, recreos en patios y no en azoteas, colegios que oferten, como mínimo, todo el ciclo de enseñanza obligatoria (algo que no siempre es atendido por la Junta, miren, si no, el caso de los colegios de la Sierra). David Cifredo, presidente del AMPA -qué mal suena la palabra- de Reyes Católicos, uno de los pocos colegios públicos que se vio obligado a baremar el pasado curso, justificaba la avalancha de solicitudes por la nuevas instalaciones del colegio, y denunciaba la necesidad de que la Administración tomara cartas en el asunto «la demanda en los concertados no es sólo por la enseñanza religiosa o por la calidad educativa». Unas buenas instalaciones para todos, una buena oferta en la educación pública -esa que pagamos todos- sería la solución a tanto fraude, a tanta desinformación y tanta opinión disparatada.

Fracasos y fracasos

Porque de disparates ya tenemos el cupo lleno y de promesas que luego se quedan en nada, como el concierto de las libertades, aquel que en el mes de julio del pasado año anunciaban a bombo y platillo con la confirmación de las actuaciones de Alejandro Sanz, Julieta Venegas, Ana Belén aquel en el que finalmente actuarán Jarabe de Palo, Javier Ruibal y Mala Rodríguez.

Pues vale. Hay cosas que me preocupan más, como que sea una cofradía la que lleve el programa municipal de ayuda escolar en esta ciudad, donde hay más de un 37% de fracaso tanto en colegios públicos como concertados.

Pero esa es otra historia. O no. Ya nos lo dirán. Al fin y al cabo, para eso dicen que están, para resolver tus dudas.