Fiasco

Nuestro gobierno, una vez más, demuestra su falta de habilidad para manejarse en política internacional. Patéticos resultaron los esfuerzos para sentarse en una silla en aquella cumbre del llamado G20, ¿lo recuerda? Zapatero quería estar en la foto de los países económicamente más potentes del mundo y sus ruegos sonaron a «una silla por compasión». El anterior ejecutivo tampoco se caracterizó por su acierto exterior. Al señor Aznar también le gustaban las fotos y por estar en una, la de las Azores, con Bush y Blair, nos llevó a Irak con las mentiras del norteamericano. Zapatero corrigió esa arbitrariedad nada más llegar a la presidencia, cumpliendo así una de sus promesas electorales. Esa decisión nos enemistó con el ejecutivo norteamericano, algo inevitable. El nuevo inquilino de la Casa Blanca parece estar en la sintonía zapateril, hasta ahora. Y digo hasta ahora porque después de la retirada improvisada y desinformada de nuestro ejército de Kosovo, España pierde crédito internacional, y la administración Obama no parece muy contenta. El portavoz del Departamento de Estado, Robert Wood, ha dicho que su Gobierno se sentía "profundamente decepcionado" por la retirada española ya que los aliados acordaron en 1999 «entrar y salir juntos» de Kosovo. Si España no reconoce la independencia de esta región de los Balcanes, está más que justificado el cese de la colaboración. El fondo de la decisión no es discutible pero sí lo son las formas. Parece claro que no se han hecho las cosas como se debían. No se ha informado con antelación al resto de países presentes en Kosovo y tampoco hubiera estado mal que el anuncio se hubiera hecho previamente en el Congreso y hubiese contado con el respaldo de la cámara. El pasado miércoles, una vez más, el presidente se quedó sólo para defenderse ante las críticas.

Una vez más, y ya hemos perdido la cuenta.