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Incidente interno

La mezcla de sorpresa y disgusto con que en el seno de la Alianza Atlántica se recibió el anuncio de la inminente retirada del contingente que España ha mantenido en Kosovo ha acabado poniendo en duda si el Gobierno contaba con la unidad de criterio que se requiere para gestionar asuntos tan sensibles. Así parecen indicarlo las manifestaciones del secretario general de la presidencia, Bernardino León, al terciar especialmente ante la reacción suscitada en Washington deplorando que no se hubiese ofrecido una explicación más detallada y con anterioridad. La comunicación no es una cuestión accesoria en las relaciones internacionales, sino que constituye una parte sustantiva de las mismas. El modo de informar del propósito que albergaba el Gobierno español y la agenda establecida para llevar a efecto la retirada de Kosovo resultaban en este sentido determinantes.

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La crítica dirigida por León al comportamiento de la ministra de Defensa, Carme Chacón, no sólo trata de corregir ante terceros el hecho de que ésta pudiera precipitarse o mostrar como una decisión marcadamente unilateral el paso dado por España en relación a los demás socios de la OTAN. Junto a ello las palabras del secretario general de la Presidencia dan a entender que para Moncloa, además de urgente, resultaba más importante atenuar los efectos de la visita de Chacón a Kosovo que salvar a todo trance la autoridad de la ministra. No es fácil sustraer lo ocurrido de las dificultades que evidencia el Gobierno a la hora de mostrarse como un equipo activo y cohesionado, y que cuenta con una única línea de actuación ante las instancias internacionales. En tanto que la retirada de nuestras tropas guarda relación directa con la negativa del Ejecutivo español a reconocer la independencia de facto kosovar hubiese sido más lógico que, además de comunicarla en fecha y forma a los miembros de la Alianza, se anunciara como una decisión adoptada desde el ámbito de las relaciones exteriores más que desde el de Defensa. En cualquier caso, tanto el incidente interno obliga al presidente Rodríguez Zapatero a corregir con urgencia las disfunciones que puedan darse en el seno de su gobierno y a tener en cuenta la lección si se dispone a remodelarlo.