LA HOJA ROJA

Con túnicas y a lo loco

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Dándole la vuelta al manido dicho anglosajón de «no news, good news» resulta que un exceso de información no puede ser más que un mal presagio de que algo no funciona bien. Cuantas más noticias genera el mundo cofrade, peor es la imagen que ofrecen a los no iniciados en esto del terno oscuro y la papeleta de sitio. Y no hay más que darse una vuelta por los periódicos -no sólo los de Cádiz, miren también los de Sevilla a la que más de uno vuelve sus misericordiosos ojos- para ver cómo día tras día engordan sus páginas gracias a la inestimable aportación de las cofradías y sus ganas de lavar los trapos sucios a la vista de todos. Del escándalo del censo de la Borriquita y de la dimisión de Miguel García, ex presidente del gaditano Consejo de Hermandades, por aquel asunto turbio de los correos electrónicos ya casi nadie se acuerda, porque, como decía un viejo conocido, no hay situación que no pueda empeorar.

Y lo que más sorprende es el interés que despiertan este tipo de noticias de consumo interno que, como mucho, deberían tratarse en las respectivas casas de hermandad, entre los ciudadanos. No extraña, por tanto, que el programa Onda Cofrade -conocido en determinados círculos malpensantes y malhablantes como El Tomate Cofrade por el uso y abuso de chismorreos locales con los que, dicen, adornan sus contenidos- sea uno de los que más audiencia tenga en la televisión local.

Ni extraña que se dediquen páginas enteras al «buen gusto del cofrade» -no se asusten, se refieren a las torrijas y el arroz con leche- a la «valentía de los cofrades» -por salir con la lluvia a hacer un via-crucis- al «pellizco cofrade» -sin comentarios- o al atuendo con el que el verdadero cofrade debe asistir no ya a los cultos, sino a la presentación de carteles y de páginas webs, que en esto de las nuevas tecnologías no hay quien les gane.

Páginas y páginas llenas de polémicas pueriles como quién entra primero el Domingo de Ramos en la Catedral, o quién le cede el sitio a quién. Páginas y páginas sobre el plan de lluvias que cada cofradía debe establecer y tener previsto antes que salir a la calle con las imágenes envueltas en plástico. Páginas y páginas sobre el modo en que se deben trasladar a los titulares -los de Luz y Aguas lo van a tener crudo para la vuelta, si no quieren ir en furgoneta-.

Páginas y páginas en las que cada cofradía se queja de los horarios, de los pocos hermanos que acompañan a la procesión, de la poca presencial policial en los cortejos, de la disposición de la tribuna modelo Ivanhoe del Palillero, de los peligros que entraña la Madrugada -¿desde cuándo se le dice Madrugá?- Lo último, ya lo saben, -porque es imposible abstraerse ante tanta presión mediática- es la campaña Cofrade, viste la túnica, promovida por la web Cádiz Cofrade, con que las hermandades pretenden captar figurantes para sus desfiles.

Y he dicho figurantes en el sentido más literal de la palabra -«persona que figura», según la primera acepción del DRAE- para que nadie se sienta ofendido. La hermandad de la Sagrada Cena -antes (y siempre) conocida como Santa Cena- lanzaba un llamamiento desde su página web Ayúdanos a ser más. ¿Más qué? se preguntará usted. No, lamentablemente yo tampoco tengo la respuesta.

La campaña de reparto de túnicas en las distintas cofradías no tiene desperdicio, es de lo mejor que se ha visto en esta ciudad en los últimos años. Desde la desesperación de La Palma porque el derrumbe del techo de la finca de Paco Alba les había dejado con todas las túnicas compuestas y sin repartir -recuerden, además de las túnicas, había vecinos dentro que todavía no tienen resuelta su situación- hasta las ofertas de última hora «no hemos subido los precios», cada cofradía anda inmersa en el complejo proceso y la difícil tarea de repartir túnicas y papeletas de sitio -siempre se ha dicho control de salida, pero bueno- a sus hermanos regalándonos imágenes memorables como la cola de una de las cofradías del Lunes Santo en la que había gente esperando dos horas antes de que abriera la secretaría (ni las colas del Falla en sus mejores tiempos).

Luego están, por supuesto, los triduos, quinarios, besapiés y cultos varios con los que cada hermandad honra a sus titulares y donde la mayor preocupación parece ser el uso obligatorio el traje oscuro, «el canon tradicional» como lo llama uno de los columnistas cofrades que proliferan en esta época del año. Y también los actos más suntuarios como los dorados de pasos, las restauraciones de insignias, los estrenos de túnicas de cola, los cíngulos plateados de determinadas imágenes, las flores, los acompañamientos musicales o el nombramiento de Dama Hospitalaria con lazo incluido a la titular de una cofradía En fin. Cosas que a uno le hacen pensar cómo una ciudad azotada por los índices de pobreza, de paro y de infravivienda más desoladores del país, emplea su mucho tiempo y su poco dinero en cuestiones tan frívolas en apariencia.

La Cuaresma, y lo digo desde un profundo convencimiento, debe ser un tiempo para la reflexión. Una mirada desde el interior al mundo que nos rodea, a la crisis, al desempleo, a la falta de vivienda Lean, si tienen tiempo, la entrada que Javier Fornell dedica en su blog a la invitación que el Obispo, Antonio Ceballos, hizo hace unos días para que los gaditanos colaboraran con Cáritas donando parte de sus ingresos.

No estaría de más que las cofradías -aunque no dudo de sus buenas intenciones ni niego la labor social que desempeñan- también miraran a su alrededor y tuvieran algún gesto público, además de las precipitadas iniciativas de los últimos días, con los más necesitados, con los que permanentemente están haciendo penitencia, con los que viven en un auténtico calvario. Desde que se levantan hasta que se acuestan. Aunque eso no sea noticia.