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CARNAVAL chiquito

Los cuplés juegan prórroga

El Carnaval Chiquito regresa hoy a la plaza de Las Flores como el extemporáneo benjamín de la fiesta, pese a sus 22 años, pero convertido en una cita consolidada

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Han pasado 22 años, pero aún parece una tradición reciente, reluciente. Dentro de la tradición de las coplas previas a la primavera, es el hermano pequeño al que todos quieren proteger. Que nadie le agobie, que no le metan prisa, que no le lleguen las bullas, que ni pase desapercibido ni se haga demasiado famoso.

Es el Carnaval Chiquito, unas de las muchas aportaciones brillantes de José Manuel Gómez y Emilio Rosado al Carnaval en Democracia. El benjamín nació en 1987. Aquel primer año, esos dos autores llevaban una chirigota muy completa que estuvieron barajando presentar al Concurso del Falla. Se trataba de Autopista hacia Benalup. Al final, a pesar de no inscribirse, ensayaron casi tanto como si lo hubiesen hecho.

Por eso, cuando llegó el Domingo de Piñata se quedaron con ganas de seguir cantando: «Pensábamos que habíamos tenido pocas oportunidades de mostrar al público todo lo que habíamos estado trabajando», recuerda Rosado. «Además, creo que aquella semana de Carnaval se hizo especialmente corta porque llovió varios días».

Alguien del grupo ya había comentado en broma que habría que hacer un Carnaval Chiquito a imagen del Corpus Chiquito. Sin pretenderlo, aquella guasa dio pie a una de las manifestaciones más genuinas del Carnaval de Cádiz, que reaparece hoy en el entorno de la plaza de Las Flores convertida ya en cita ineludible.

Ni corto ni perezoso, El Gómez se puso manos a la obra y preparó una gran pancarta que rezaba: «Carnaval Chiquito: pa los más jartibles». Así nació todo, el domingo 15 de marzo de 1987, bien avanzada ya la Cuaresma, unos pocos quedaron a mediodía en la calle San José. Ya habían estado comentando su idea a otras agrupaciones, pero pocas lo vieron claro.

«Algunos se creían que estábamos de cachondeo y otros que buscábamos algún tipo de enfrentamiento o polémica no se sabe muy bien con quién», recuerda Emilio Rosado. Su hermano Paco apunta que una de las pocas que se unieron a la idea desde el principio fue la chirigota semifinalista del Falla La dictadura postiza, de Javier Osuna. Juntas, ambas agrupaciones desfilaron por la calle Ancha hasta llegar a la escalera de Correos, donde desplegaron la pancarta. A los curiosos que los habían seguido hasta la plaza Topete, paulatinamente se fueron añadiendo más y más personas hasta que llegó a congregarse una multitud expectante que poco después disfrutó de la extemporánea interpretación.

Las chirigotas se fueron y dejaron allí la pancarta. Consideraban que debía morir ese mismo día. Sin embargo, el cartel o la bandera, al igual que la idea, reapareció al año siguiente. Y cada vez, más grupos alrededor. Nadie sabe quién guardó la tela con la frase, pero el domingo del Carnaval Chiquito de 1988 allí estaba. Y el siguiente, hasta hoy. Siempre hay alguien que la guarda y la repone, a pesar de que nadie en concreto se preocupa por conservarla. Cada vez son más los que la han hecho suya.

Los herederos

Alejandro Leiva, de Producciones la de Mármol (chirigota que ha creado Díseselo con flores, Silencio hacedme el fagot, Semana cultural Versalles-Viña...) es uno de los herederos de la tradición: «Este domingo es una gran oportunidad para la gente del Carnaval que se ha llevado toda la semana en la batea o cantando en contratos. Ahora puede escuchar las ilegales. También es el momento que aprovecha mucha gente para buscar una determinada agrupación que no ha podido encontrar antes. Y cada vez hay más público de fuera».

Lolo Medina, director de la chirigota del Gallego (Los mayordomos, Los rabinos, Los dictadores...) recuerda que «el Carnaval Chiquito surgió espontáneamente. Intentar institucionalizarlo es totalmente contrario a su espíritu, como pretendió el año pasado la Peña el Molondro. Todo intento de organización de algo que no necesita normas no le hace bien».