EL JEME

Aduana, PGOU y bicicletas

En Cádiz todo lo tenemos por duplicado: catedrales, puentes, estaciones, muelles y aduanas, debe ser por eso que hay quien cree que podemos prescindir de algunas de las que están repetidas. Otros pensamos que hay sitio para todo y, lo que es más importante, que todo tiene su sitio en una ciudad como Cádiz, en la que ya tenemos que lamentar la falta de bastantes edificios porque nuestros antepasados pensaron que sobraban teatros, castillos o murallas. Parafraseando a Galeano, se podría decir que con imaginación, la conservación del edificio de la Aduana dejaría de ser percibida como una fatalidad para empezar a verla como un desafío.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El problema parece ser que a la plaza de Sevilla, o le sobra una Aduana, o le faltan mil metros cuadrados de zona verde. En realidad, tal y como prevé el nuevo PGOU, a Cádiz le sobra un muelle, o sea no es que le sobre, que le hace mucha falta, le sobra donde está, que para aparcar camiones y atracar barcos que cargan remolques de camiones, no hay que ocupar el centro de la ciudad. Bastaría con que un poco más allá se hiciera un relleno, un muelle lineal y una explanada para los camiones. Esta solución, indirectamente, favorecería el tráfico de pasajeros, porque a lo mejor si estos al llegar a Cádiz, en vez de toparse con cien camiones aparcados, vieran una zona de ocio, pues igual se quedaban a tomar una cerveza. Así se conseguiría liberar todo el frontal del muelle e integrarlo en la ciudad. Seguro que si se echaran cuentas, no se perdían ni empleos, ni dinero, más bien al contrario. Además, con todo este espacio habría para dedicarle una plaza no sólo a Sevilla, sino también a Huelva, Málaga, etc.

A Cádiz también le sobran coches, que no es que le sobren, más bien es que no le caben, porque por mucho que a la gente le digan que use el transporte público interurbano, el que lo dice, si lo usara seguro que se callaba. Decirlo queda muy ecológico y muy sostenible, pero para que se pudiera llegar a tiempo, una de dos: o habría que salir una hora antes que con el coche o habría que quintuplicar las líneas y las frecuencias. Pues eso, a Cádiz no le caben tantos coches y más que le van a sobrar con el nuevo puente. La solución prevista es un pedazo de parking, pero si éste se encuentra ubicado a más de 500 metros del lugar donde vayan a hacerse las compras o las gestiones, no sirve de nada, y la gente seguirá empeñándose en llegar hasta el de Canalejas, que volverá a colapsarse. Para evitarlo, bastaría con disponer de varios minibuses, en los que viajaran gratis quienes presentasen la tarjeta del parking, que conectaran rápida y continuamente ese parking con el centro, a la altura de Canalejas.

Cádiz, como otras muchas ciudades, está llegando a su punto de saturación. La ciudad de los coches es cara y poco práctica, pues carece de sentido pasar nuestra jornada de atasco en atasco. Nuestras ciudades necesitan una regeneración, necesitan moverse de otra forma, sin humos y con rostros más amables, por eso frente al estrés del coche debemos apostar por la bicicleta. El nuevo PGOU, la última oportunidad de hacer una ciudad más habitable, debería convertir a Cádiz en la ciudad de la bici.