Opinion

De memoria

Se ha estrenado recientemente una película de nazis de la Segunda Guerra Mundial. Y como dentro de mis limitados conocimientos es la mayor y más triste lección de la Historia, me parece siempre bien que se vuelva a hablar de ello, aunque sea por motivo de una simple película. Lo ocurrido entonces mostró los límites más negros del ser humano. Y no fue en un país de pandereta. Ocurrió en mitad de Europa, en el país, quizás, más cultivado del mundo. Como ejemplo, suelo contar que el pasado verano estuvimos en Weimar, coqueta localidad (más pequeña que Barakaldo) declarada Patrimonio de la Humanidad. La ciudad de Goethe, de Schiller, la primera sede de la Bauhaus, donde vivieron Bach, Liszt, Richard Strauss, la sede de la renacida democracia posterior a la Gran Guerra... En sus afueras estuvo el campo de concentración de Buchenwald. La belleza, la delicadeza y la emoción separadas del horror total por unos pocos kilómetros. Y se pasó de lo uno a lo otro apelando a los más bajos mecanismos del ser humano, destacando la cosificación del contrario. Por eso, dada la facilidad exclusivamente humana de generar odio, muchos de los que opinan en tribunas públicas tendrían que saberse esa lección de memoria, no vaya a suceder otra vez la misma película.

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Iñaki García

Cádiz