PAN Y CIRCO

Estrés trerorífico

El mundo del fútbol se está volviendo loco. Los pasionales aficionados que son los que pagan tienen todo el derecho del mundo a manifestar su contrariedad cuando el resultado del equipo de sus amores no es el que ellos quieren que, entre otras cosas, es ganar, porque ellos siempre quieren el mismo y esto es un deporte al que juegan dos y, últimamente, mucho los árbitros.

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Sin embargo, los que gestionan, los que mandan, son los que tienen que poner en cordura en determinadas situaciones y hacer que se imponga frente a tanta alteración. En la Casa Blanca hace poco más de un mes, sin ir más lejos, estaban que trinaban con la marcha del equipo. Bien es cierto que los merengues han hecho el ridículo en la Copa tras la eliminación del Real Unión de Irún, pero siguen vivitos y coleando en la Champions y ya están segundos en la Liga. En Sevilla quieren echar a Jiménez desde que se hizo cargo del equipo. Pero está tercero y a la misma distancia del quinto que hace una temporada, sólo que ahora miran a ese puesto desde arriba y en la pasada campaña desde abajo. Y los del Valencia están callados con Emery pero, sobre todo, porque después de lo visto con Koeman, todo lo que hagan les parece extraordinario y la mestallización se ha instalado en otros campos antes que en el suyo. Increíble también lo del Atlético de Madrid, que llevaba más de una década sin estar en Champions, ha pasado la primera ronda, pero Aguirre sigue estando cuestionado. Por no hablar de injusticias como la cometida con Manolo Zambrano en el Recre, que salvó al equipo la pasada temporada y les faltó tiempo para mandarlo al paro. Hasta en Cádiz me encontré el otro día a un tío por la calle que me cuestionaba los planteamientos de Gracia.

Y me pregunto yo: ¿qué hubiese pasado si el Barcelona pierde en Gijón el tercer partido tras perder en Soria y empatar con el Racing? deportes@lavozdigital.es