Opinion

El nombre de Dios

El concepto Dios a muy pocas personas deja indiferentes. Ha resultado suficiente que un autobús circulara con alusiones a esta idea para que un aluvión de cartas, columnas y artículos hayan reflejado la ideología de sus autores. Bienvenidos sean los razonamientos, alejados de tufos fundamentalistas, de quienes se confiesan creyentes, así como el agnosticismo reflexivo alejado de ateísmos que niegan sin fundamento y afirman la negación sobre argumentos inasequibles, pues nos impele a adentrarnos en una cuestión que rara vez halla un eco directo en los medios de comunicación.

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Opino que en estos debates acerca de la existencia o inexistencia de Dios se ha omitido una pregunta previa: ¿Qué entendemos por Dios? Pues es evidente que una previa aclaración de si nuestras creencias o increencias se refieren a un Dios antropomorfizado o a una visión panteísta del mismo desbrozarían en buena medida esa oscura y difícil senda. Nos lo recomienda Wittgenstein en Investigaciones filosóficas: «El significado de la proposición debe aclararse analizando el contexto en que es usada, respondiendo en cada caso a la pregunta: ¿qué se quiere decir?».

Jesús Sanmiguel. Cádiz