La indignación por la nueva red de autobuses llega al ámbito rural

Al delegado de Movilidad, Juan Manuel García Bermúdez, parecen crecerle por día los contrarios a los cambios que ha supuesto la nueva red de autobuses, y que tanto trae de cabeza al concejal. Ahora, se han sumado a las críticas los vecinos de las barriadas rurales, que tampoco ven con buenos ojos la modificación del transporte público, al menos en lo que a ellos afecta. Una jerezana residente en Los Albarizones, Francisca Márquez, ha trasladado el malestar de sus vecinos de barriada y de muchos de otras tales como Rajamancera, La Ina, Lomopardo o Las Pachecas, por la sustitución de los autobuses urbanos por unos interurbanos que sólo han causado problemas a los usuarios.

«Nos han puesto una valenciana sin ruta estable -se lamenta Francisca- que llega después de sus servicios privados y nos acerca a la plaza de las Angustias o, previa petición al chófer, nos lleva hasta el centro de salud de Montealegre. Eso sí, si no existe una petición de ida, no hay vuelta para los que la esperan». De esta forma, su queja radica en la arbitrariedad del nuevo transporte a la hora de trasladar a los habitantes de la zona rural, aunque no es el único inconveniente.

Según esta afectada, los vehículos disponen de serias barreras arquitectónicas que dificultan e incluso impiden su utilización por parte de personas mayores y con discapacidad. Como denuncia, los autobuses carecen de rampas, por lo que estos usuarios están obligados a subir escaleras, además de a guardar sus pertenencias en el maletero, con la incomodidad que supone el transportar en el mismo bolsas con la compra, por poner algún ejemplo. Por todo ello, los perjudicados solicitan que se implante nuevamente el anterior servicio, puesto que «si para la empresa contratada no son rentables las líneas rurales, para nosotros no es rentable pagar tantos impuestos municipales».