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El fantasma de la guerra de Líbano vuelve a Tel Aviv

La escalada de tensión registrada ayer en la frontera norte de Israel, limítrofe con Líbano, a punto estuvo de eclipsar por unas horas el drama descomunal de Gaza. Los canales de televisión hebreos se entregaron de inmediato a reproducir de forma obsesiva las imágenes del impacto de tres 'katiushas' de 122 milímetros en la región de Galilea. Era la primera agresión de este tipo que el territorio judío recibía en un año, y la noticia daba la vuelta al mundo magnificada por el temor a la apertura de un nuevo frente. La sombra de la contienda bélica del verano de 2006 entre el Ejército israelí y las milicias de Hezbolá acechaba con fuerza.

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La situación alcanzaba su máxima gravedad cuando un caza hebreo sobrevoló el sur de Líbano rompiendo la barrera del sonido y la artillería disparó hasta cinco proyectiles dirigidos hacia las supuestas posiciones de salida de los 'katiusha'. Los cohetes habían dejado en Israel dos heridos leves cuando uno de ellos cayó en un asilo de ancianos de Nahariya.

El mensaje de Hezbolá negando desde el principio la autoría de la agresión detenía la espiral. Un portavoz rechazaba cualquier implicación del grupo radical chií en los disparos, y también de los «grupos libaneses». «Cuando Hezbulá hace algo lo anuncia y no tiene problemas en hacerlo», recordada el ministro de Interior del País del Cedro, Mohamed Fneish.

Finalmente, el Ejército de Tel Aviv acabó por responsabilizar a «elementos palestinos interesados en arrastrar a Líbano a una nueva guerra con Israel» y al Gobierno de ese país de «no impedir que se dispare contra Israel desde su territorio». El comando entral del Frente Popular para la Liberación de Palestina se atribuía el lanzamiento, según el portal de noticias libanés Naharnet. Israel ha dicho estar preparado para todo.

Sin embargo, tanto analistas judíos como libaneses creen bastanet improbable que Hezbolá quiera repetir la sangrienta guerra de hace casi tres años.