GOLPE. Enrique recibe una patada de un rival. / FRANCIS JIMÉNEZ
Cádiz C.F.

Instalen las alarmas

El Cádiz suma su segunda derrota en casa ante un Guadalajara superior Los amarillos muestran dudas y su público les despide con una bronca

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Que cierto es aquello de que el primero en diagnosticar una dolencia es el propio enfermo. La cara de Javi Gracia en La Línea tras el empate ante la Balona, minutos antes de irse de vacaciones, denotaba esa preocupación. Quizás era el único en darse cuenta de que su equipo estaba a punto de sufrir una hemorragia. Pero fue ayer ya cuando el tumor -aún no se sabe si es benigno- dio la cara. Y lo hizo en casa propia y ante la mirada de preocupación de toda la familia cadista que no dudó en pitar a su equipo cuando el árbitro señaló el camino de los vestuarios.

Exagerada o no esa reacción, lo cierto es que este Cádiz no es el mismo que empezó abusando de sus rivales. Da la impresión de que cada equipo que juega en Carranza es mejor que el anterior. Pero ¿no será que es el Cádiz el que cada vez está haciéndolos mejores?

Aunque la clasificación sigue transmitiendo tranquilidad no es menos cierto que en Carranza se deben ir comprando las alarmas para instalarlas. Con cinco puntos de ventaja sobre el segundo clasificado sería un suicidio ponerse nerviosos pero no es malo ser previsor. Con las alarmas debidamente instaladas para que suenen no tan tarde como en la temporada pasada se podrán subsanar errores que han motivado la pérdida de un colchón de puntos (once, ni más ni menos) con respecto al Poli Ejido.

Porque este equipo parece que sale al campo pensando en las musarañas. Son ya varios los jugadores que han declarado que están locos por ver el ambiente de Ca-rranza en liguilla como si ya fuera un hecho. Y no. Falta mucho. Al igual que nadie el año pasado podía imaginar que el Baldasano team diera con sus huesos en Segunda B, este año todo el mundo da por hecho el liderato del Grupo IV. El pasado enseña, pero aquí en Cádiz nadie aprende. Ni la prensa, ni el equipo, ni la afición... Aquí no se salva nadie.

Con el 'polvorón'

Pero indiscutiblemente, los que más culpa tienen son once, van de corto y visten de azul y amarillo. Y ayer volvieron a defraudar hasta el punto de ser despedidos por su parroquia con gritos de fuera fuera... Y todo ese desengaño comenzó a fraguarse bien tempranito. El once de Gracia, fiel a las fechas en la que nos encontramos, salió empolvoronado y fruto de ello regaló el primero. Tras una pérdida de balón infantil, el Guadalajara montó una jugada por la izquierda para que un centro sin aparente peligrosidad se convirtiera en veneno debido a la indolencia de Juanma, Fragoso y Casilla que vieron como Álex se beneficiaba de hasta ¿tres rebotes! para adelantar a un once alcarreño que venía con el cuchillo bien afilado.

Un gol que despertaba al Cádiz pero por muy poco tiempo. Lo suficiente para intercambiar unos golpes con el Guadalajara del que, nuevamente, salió vencedor. Sin buscarlo mucho, Toedtli empató tras un saque de esquina botado por Caballero.

Una vez más, el empate relajaba al once amarillo y el Guadalajara, muy atento a ello, se fue en busca de la victoria conocedor de la debilidad que ayer mostraba una defensa cadista cogida con alfileres. Antes del descanso se le anuló un gol de Quesada por fuera de juego y a un minuto del final Iván Moreno, que volvió loco a un Raúl López falto de ritmo, estrelló su disparo en el cuerpo de Casilla.

Mismo espíritu

De poco le sirvió a Javi Gracia el descanso porque sus jugadores salieron con la misma modorra y apatía. Por mucho que se quejaran de que el árbitro no quiso ver un gol fantasma de Toedtli en el minuto 8 de la prolongación tras un ca-bezazo, no hay razón para el preocupante juego que se vio.

El Guadalajara, mucho mejor asentado que el Cádiz, seguía trabajando bien lo que tenía estudiado. Una fuerte presión en el centro del campo que se convertía en asfixiante en el justo momento en el que le llegaba el balón a Fleurquin. Y recogieron sus frutos cuando el uruguayo le mandó un melón a Ormazábal que no pudo controlar para iniciarse el que sería segundo y definitivo gol del Guadalajara. Álex aprovechaba de nuevo las facilidades de la lenta defensa amarilla para salvar la salida de Casilla y conseguir llevar los pitos a la grada.

La respuesta del Cádiz fue más que lenta, inexistente. Tan sólo un arreón que acabó con un centro de David García a Toedtli, que asistió a Caballero para que éste rematara al larguero. Parecía una reacción definitiva pero los de Gracia no tardaron en evidenciar una carencia de ideas que cada jornada se hace más patente.

Ni tan siquiera con un jugador más, los locales pudieron empatar el encuentro. Los cambios del técnico navarro no arreglaron el desaguisado. La hinchada se impacientaba presa de la impotencia que representaba su equipo.

Las malas artes del Guadalajara -definitivamente este deporte está viciado por sus propios profesionales- llevaba lentamente la muerte a un partido que se consumía entre silbidos, protestas y reprimendas al once de casa.

Ni las individualidades de López, ni el fútbol directo hacia Rubiato y Toedtli... Nada de nada. A Javi Gracia le faltaban los recursos y a sus jugadores, lo que más preocupa, la humildad e ilusión con la que comenzaron el año.

Lo mejor de la derrota puede ser el tiempo en el que llega. Un aviso claro y contundente de que aún queda mucho por nadar antes de soñar con liguillas, ascensos y demás monsergas.

De momento, la tranquilidad sigue siendo una más del vestuario cadista. Pero desde ayer, en ese mismo vestuario también conviven unos nuevos invitados. Se trata de las alarmas. Esas que todos los entrenadores nunca quieren escuchar por miedo a que a sus pupilos le entren los siete males.