Opinion

Dentro

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Mirando las portadas de los periódicos llego otra vez a la conclusión de que la realidad es muy fea y siento un deseo irresistible de meterme en algún lado. Entrar es la mejor forma de reponerse para volver a salir. Vivir a la intemperie acorta la vida. La vida, sin embargo, como es sueño -ya lo dijeron los clásicos, sobre todo Calderón de la Barca- tiene la propiedad de operar cambios simbólicos -o no tan simbólicos- donde dentro pasa a ser fuera y fuera pasa a ser dentro. Salvo para las ideologías donde el individuo se identifica absolutamente con el grupo: entonces dentro y fuera son lo mismo. Total, que no estamos seguros en ninguna parte, pero si existiese un lugar donde eso fuera posible, sería el cubo de Moneo que se inaugura en Bilbao el lunes próximo. Sobre todo porque el cubo de Moneo está mejor por dentro que por fuera. El paisanaje se suele quejar de cómo afectan al paisaje los cubos y prismas de Moneo. La nueva biblioteca de la Universidad de Deusto tiene la desventaja de que, por fuera, parece de plástico gris (y el plástico es un material muy versátil y muy poco noble). Pero por dentro mejora mucho. Dentro se está mejor que fuera, en el espacio claro, al abrigo de la geometría, los libros y los ventanales. Una biblioteca parece el sitio ideal para refugiarse cuando la realidad se pone molesta, pero las de nuestro entorno tradicionalmente han estado provistas de mecanismos para ahuyentar al público. Gran parte de la población, además, sigue sin saber para qué sirven los libros, esas sencillas y eficacísimas máquinas combinatorias que, en realidad, sirven para todo: para conocer la realidad o para escapar de ella. El mes pasado, la consejera de Cultura hizo públicos los resultados de una encuesta según la cual los vascos leen más que el resto de los ciudadanos españoles. Eso no quiere decir que seamos más cultos, sólo que hay más gente que tiene la habilidad cultural de utilizar los libros. ¿Para qué se usan? ¿Qué lee la gente? Bueno es que el libro haya sido puesto por la sociedad de masas a disposición de las masas y que la era de Internet y de la edición económica nos haya convertido en potenciales autores a todos. Pero en el libro, como en la realidad, cabe lo bueno, lo regular y lo malo. Anda por ahí uno que se titula 'Atrévete si eres hombre' que tiene la misma calidad moral de una apología del Holocausto. Los mecanismos de crítica y selección se hacen más necesarios hoy que nunca. Aprender a leer no es sólo aprender a utilizar el alfabeto, ese eficacísimo sistema combinatorio.