Y DOS HUEVOS DUROS

Las cosas del endiosamiento

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Dicen que fue Sigmund Freud el que acuñó eso del narcisismo: dícese de los rasgos de la personalidad que tienen que ver con la admiración propia, el egocentrismo y la autoestima. Vaya por delante que no creo que un borrón en la trayectoria de un buen escribano sirva de excusa para que éste baje de categoría. El que tiene boca se equivoca. Pero vaya también por delante que el objetivo de no tropezar dos veces en la misma piedra es digno de gente competitiva y hasta ahora el Xerez ha demostrado tener ese pelaje. Vaya todo este preludio para darle un pequeño palo al equipo por su partido de ayer. Dio la sensación de que se gustó tanto, tanto, que se olvidó que el partido no estaba todavía cerrado. Si se puede machacar, hay que hacerlo. Si se puede hacer un gol más, hay que meterlo. El contagio del estado de efervescencia de la grada pasó factura y el plantel se dedicó a recrearse, a buscar la foto, al no va más, al 'arremóntala' que decían en mi barrio. Cuando uno va sobrado puede jugar con fuego que igual ni se quema. Pero cuando delante hay un rival digno, puede que resbales. Ayer pasó.

El batacazo no es demoledor ni se han quedado por el camino pérdidas irreparables, pero sí que es normal pensar que el respeto al contrario es un norte que nunca debe perderse de referencia. El Xerez sigue arriba y si se le restan diez minutos al partido, permanece instalado en el guión del buen juego y de las victorias. Claro que sumados esos diez minutos, lo trabajado en los 80 anteriores se queda en papel mojado. El mismo Esteban se harta de decir aquello de que no hay que creerse nada. Olvidarlo sale caro.