A 600 KM

Que viene el lobo...

No me fío de Iñaki Badiola. Dejé de confiar en él la tarde del pasado 28 de Abril. Faltaban pocas horas para que se encendiera el alumbrado de la Feria de Jerez cuando el señor Badiola se presentó en el palco del Ramón de Carranza para presenciar el partido Cádiz-Sporting. Toda la semana se había rumoreado con la posibilidad de que los jugadores gaditanos podrían recibir una suculenta prima procedente de San Sebastián si derrotaban al equipo asturiano.

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Al máximo dirigente donostiarra le dio igual. Como si viviera en un mundo aparte, hizo oídos sordos y se sentó en el palco presidencial muy cerca de sus amigos Antonio Muñoz y Manuel Vega Arango.Sólo le faltó llevar un maletín para figurar.

Llevo desde el pasado lunes estudiando punto por punto todas las informaciones que han ido apareciendo entorno al Caso Jesuli. Y si la Fiscalía demuestra que los jugadores del Tenerife se dejaron perder ante el Málaga en el última jornada de Segunda de la temporada pasada estaríamos ante un escándalo de dimensiones similares al de la famosa Operación Puerto.

Pero que todo esto tenga como actor secundario al presidente de la Real hace que a muchos nos entren dudas sobre la veracidad de las confesiones. Lo más importante que tiene en su vida un periodista es la credibilidad. Es algo que tardas muchos años en conseguir, pero que puedes perder en cualquier momento si cometes el más mínimo error. Credibilidad, a ojos del gran público, es lograr que la gente confíe en ti. Por muy rebuscada que sea la noticia, los oyentes o lectores la consideran posible porque «si la ha dicho fulanito...., será por algo». Pero la credibilidad no afecta sólo al mundo de la prensa. Todo profesional de cualquier ámbito sueña con que su palabra tenga peso. La de Badiola está muy devaluada. Por eso hasta que no venga el lobo y se coma a las ovejas no tomaremos en serio a un empresario que ha entrado con muy mal pie en el mundo del fútbol. deportes@lavozdigital.es