CRÍTICA DE TV

Fama

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No ha visto usted nunca Fama, el reality de Cuatro? A mí me interesa mucho desde el punto de vista estético. No cabe duda de que en todas esas coreografías, en esos vestuarios, en el estilismo de los peinados o en la expresión corporal que se enseña a los concursantes hay una determinada forma de entender el arte. Véanse las coreografías. Hasta no hace mucho, el canon de la danza consistía en que los cuerpos reconstruyeran figuras rigurosamente artificiales. Mire usted una bailarina clásica, por ejemplo: nadie puede andar así ni describir esos giros sin una severa disciplina; tampoco forman parte del repertorio atlético, porque nada en esa mímica es natural. Precisamente lo artístico del ballet clásico consiste en dominar el cuerpo hasta el punto de convertirlo en algo que se parece más a lo geométrico que a lo orgánico. Todo eso empezó a cambiar a mediados del siglo pasado, especialmente por la influencia de los bailes populares; después se recibió la aportación de los modelos de danza exóticos (los africanos, por ejemplo), y con esos materiales terminó construyéndose un arte nuevo de la danza que, en nombre de lo natural, ya es difícil deslindar de lo deportivo. El canon de Fama es un perfecto ejemplo: no sé si estos chicos son buenos artistas, pero es obvio que son excelentes deportistas. Los otros aspectos de este reality de Cuatro, y en particular esas historias compuestas a base de las peripecias de los concursantes, me interesan bastante menos: todas esas cosas las hemos ya visto en un centenar de películas o series de televisión de parecida temática, y ya sea porque la realidad imita a la tele, o ya por la inversa, lo cierto es que resultan poco llamativas. Ayer, por ejemplo, los juicios de mamá severa de la jefa sobre los concursantes, uno a uno, en soledad: todos ellos daban la impresión de estar impostados, sobreactuados, y ya tiene mérito que en Fama parezca más ficticio el comportamiento fuera de escena que las interpretaciones sobre el escenario. Reflexión: ¿Realmente es posible decir que en este tipo de programas hay algo fuera de escena? Todos los reality-show, nobles o innobles, decentes o indecentes (y este de Cuatro es de los más presentables) se sustentan sobre la confusión deliberada de realidad y ficción. El mundo ha dado la vuelta.