RECUERDOS. El actor vuelve a la palestra con una biografía en la que se sincera y conversa sobre «todo» lo importante. / FOTOS: EFE
ALFREDO LANDA ACTOR

«Repetiría todo lo que he hecho»

Retirado de la profesión, lo cuenta «todo» en la autobiografía que ha redactado Marcos Ordóñez 'Alfredo el Grande. Vida de un cómico'

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Diez meses después de haber vivido «el peor día de mi vida» -el momento en que recibió el Goya de Honor-, Alfredo Landa vuelve al primer plano de la actualidad por su autobiografía Alfredo el Grande. Vida de un cómico (Aguilar), memorias redactadas por Marcos Ordóñez en las que el propietario del «landismo» lo cuenta «todo». Landa que dejó de ejercer la profesión de cómico hace poco menos de un año porque su ilusión y pasión por el cine habían desaparecido, está feliz, «aunque hasta el gorro de tantas entrevistas». Todo sea por el libro. «No sé qué es esto de la promoción, no he promocionado nunca nada», dice con su campechana forma de hablar.

-Sus memorias están dando mucho que hablar ¿habrá una segunda entrega?

-Si yo supiera escribir... Me lo habían propuesto varias veces, pero como no sé escribir y no me fiaba... Fue mi amigo Arturo Pérez Reverte el que me convenció de la categoría, clase y calidad de Marcos.

-¿Se ha arrepentido de algo de lo ya impreso?

-De nada. Todo lo que he contado lo he hecho con sinceridad y normalidad. Por encima de todo, he pretendido que fuera una obra amena, que el lector llegara hasta el final.

-¿Le ha movido la venganza en Alfredo el Grande...?

-Para nada porque no soy vengativo. Lo único que he hecho ha sido relatar mi verdad y que los demás juzguen si es acertado o no. Sí he reflexionado el capítulo en el que hablo a José Luis Dibildos -reconoce que pensó en acabar con su vida porque firmó un contrato en el que el productor se quedaba con el beneficio de todas las películas que rodara Landa durante tres años- . Me pilló en un momento bajo de moral, pero nadie puede pensar en serio que quisiera matarle.

-Tampoco sale muy bien parada Amparo Soler Leal -cuenta que la actriz y el que fue luego su marido, el productor Alfredo Matas, participaban en camas redondas-.

-Lo único que he comentado es que una noche me invitaron a participar y dije que no. Ni juzgo ni incido más en ello. Y si alguien lo interpreta de otra manera, es que tiene mala leche.

-Mira al pasado y hace una radiografía nostálgica del cine que entonces se hacía en España.

-Sí. Es una conversación distendida en la que hay mucha nostalgia. No sé quién ha dicho que mirar a los recuerdos de mala manera es de tontos, y yo no soy nada tonto. Hay mucho cariño porque me ha ido muy bien en la vida, he sido y soy muy feliz. Sí creo que conmigo se terminó una forma de hacer cine. Lo pasamos muy bien, era tan divertido insinuar cosas, dejarlas en el alero. Se hacía el trabajo sin mala intención.

-A Gracita Morales también le suelta varias puyitas -dice que era «caprichosa, despótica e intratable»-.

-Fui íntimo amigo suyo, pero termino mal, cogió unas manías... ¿qué iba a decir que era religiosa? De puyitas nada, sólo he dicho la verdad con todo el respeto y cariño que todos merecen.

Normalidad

-Usted es un actor...

-Normal. Mi vida está marcada por la normalidad.

-Ya, y ¿cómo lleva que el mundo cambie tan deprisa?

-Pues mal, pero ya no me llevo berrinches, sólo intento subsanar lo que me atañe.

-En su libro habla de la admiración que siente por dos mujeres claves en su vida: su madre, Emilia, y su mujer, Maite, con la que dentro de dos años celebra las bodas de plata. Como lo exigía el guión, usted ha tenido en sus brazos a mujeres bellísimas y cuenta que fue «el capricho» de la actriz sueca Ingrid Thulin. ¿Nunca se perdió?

-Apetencia sí porque ya le he dicho que soy normal, pero nunca caí en la tentación.

-En uno de los capítulos narra lo que pasó en Cannes con Los santos inocentes. Por lo que cuenta, alguna persona se comportó con muy mal estilo.

-Es que Pilar Miró pasó de mí hasta que me dieron el premio de interpretación ex aqueo con Paco Rabal. Uno es consciente de lo que pasó, pero hay cosas que se olvidan. No quiero tener nada malo dentro.

-¿De qué le han servido estas memorias?

-De nada. Bueno sí, ya tengo un libro. Les dije a Arturo y a Marcos que quería calidad y aquí la hay.

-Ahora va mucho al cine. De lo que ha visto en el último año ¿qué le ha gustado?

-Nada. Hemos decrecido y no sólo el cine español, sino todos. Aquí hay una falta de talento que clama al cielo. Estoy orgullosísimo de todas las películas que he hecho, de las malas también porque he aprendido a hacer mejor los siguientes personajes que me han dado. Y nunca he dado la espalda al landismo, de lo que también estoy orgullosísimo.

-Ya cuenta que lo suyo con José Luis Garci se ha arreglado.

-Sí, ya somos amigos. Un día cogí el teléfono y le pedí perdón con toda mi alma. Le dije que habían sido cuarenta años de amistad, cariño y de dedicarnos el uno al otro, y que parecía mentira que estuviéramos así. Fue un gran alegría. Hemos hablado de nuestras cosas.

-¿También de una posible nueva película?

-No. De volver a trabajar nada, estoy cojonudamente, pero no se puede decir de esta agua no beberé. Sí estoy dispuesto a hacer publicidad.

-Le propongo un juego. Si decidiera hacer una nueva película ¿qué director, compañeros y género elegiría?

-A Garci porque es el mejor que hay, a mi buen amigo Pepe Sacristán y a la Maura. Y sería una comedia, que es lo más difícil y lo que más llega. Es el género que más satisfacciones tiene, tanto para el que lo hace como para quien lo recibe.

-¿Cambiaría algo de su vida?

-Repetiría todo lo que he hecho. Tengo 75 años y 8 meses, llevo mucho tiempo pensando y observando, y lo volvería a hacer todo igual, pero ahora lo haría mejor por la experiencia que tengo. Mis últimas películas son mejores porque tenía mucho trabajo detrás y ganas, y como ya no las tengo...