COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

Ni calvo ni tres pelucas

Como nunca llueve a gusto de todos, las primeras reacciones al conocerse que el Ayuntamiento tiene la intención de reducir de forma considerable el alumbrado navideño -algo bueno tenía que tener la crisis- fueron de echarse las manos a la cabeza. Que si el Ayuntamiento no pensaba en los comerciantes, que si ahora más que nunca había que fomentar las compras, que si las calles se animan porque les pongan lámparas LED -que deben ser lo más en alumbrado porque mueven las economías- que si el Ayuntamiento pretende ahorrar en el chocolate del loro, que si otros años poniendo las luces en septiembre y ahora metidos ya casi en el mes de diciembre no se les ha visto aún la intención., que si las luces son un auténtico despilfarro, los verdes hablando de contaminación lumínica Total, que parece que este año el alumbrado extraordinario -tomando el término de forma literal, extra-ordinario- lo va a ser menos. Menos mal.

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Después, cuando uno lee y escucha con detenimiento las distintas voces se da cuenta que en esta ciudad nos pasa siempre lo mismo, que aprovechamos el afrecho y desperdiciamos la harina. Las reivindicaciones apuntaban al escaso alumbrado de determinadas calles de la barriada de la Paz -sus vecinos ahora quieren que le llamen barrio y puerta del siglo XXI, bueno- y de algunas calles del barrio de Santa María, donde, permítanmelo, lo del comercio y las compras, como que no. Por pedir, que no quede. A mí me parece estupendo que reduzcan las luces, que se pongan lámparas LED de esas, y que se ahorre. Y de paso, si alguien quiere las bombillas que corresponden a mi calle, que se las lleve. Que no saben ustedes lo que deprime dormir durante un mes con la cara de Papá Noel enganchada en el balcón y las cuentas en números rojos.