TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

Luis García Montero y la Universidad de Cádiz

El catedrático de la Universidad de Granada y poeta Luis García Montero ha sido condenado por injurias graves a un profesor de su mismo departamento que viene sosteniendo, desde hace años, que Lorca era un fascista asesinado por los suyos y que Ayala fue un valedor del fascismo. El condenado ha decidido no recurrir la sentencia y abandonar de manera definitiva su docencia en la Universidad de Granada». Así principia un texto de solidaridad con el autor de El jardín extranjero, que fue leído el pasado miércoles en Granada y que aparece colgado en la web apoyoaluisgarciamontero@gmail.com, en donde ya aparecen las firmas de numerosos gaditanos, incluyendo a sus amigos José Manuel Caballero Bonald y Felipe Benítez.

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El documento sintetiza el quinario judicial que ha atravesado el reo, con las siguientes palabras: «Luis García Montero dijo que la Universidad de Granada tenía un problema, el de ese profesor disparatado que somete a sus alumnos a un adoctrinamiento insensato. Ahora, la Universidad de Granada tiene dos problemas: ese presunto profesor cuenta con un incomprensible refrendo judicial para seguir propalando sus felonías, mientras la Universidad pierde a uno de sus mejores profesores. Enhorabuena. Todos nosotros, profesores, alumnos y ciudadanos, nos sentimos condenados por esa misma sentencia y queremos hacer público nuestro refrendo a la fecunda trayectoria del catedrático Luis García Montero, al valor de su magisterio y a su contrastada defensa de la dignidad de las personas y las instituciones libres. Perdemos a alguien muy valioso y nos quedamos con lo que hay. Y no sabemos callarnos».

Se trata de una polémica que viene de lejos, desde que la brillantez y el talento de García Montero le brindaron un claro protagonismo en la vida literaria de este país, por lo que no tardaron en surgirle más críticos frikis que al propio Caballero Bonald. Uno de sus más encendidos adversarios es José Antonio Fortes, a su vez escritor y compañero de departamento, que no sólo se limitó a arremeter, en público o en privado, en clase o por escrito, contra García Lorca -«intelectual orgánico burgués en funciones de poeta neopopulista», llega a llamarle- y Francisco Ayala, sino que prácticamente mete a Javier Cercas y a Manuel Rivas en el mismo saco ideológico de Camilo José Cela. Según ha relatado García Montero, sus invectivas llegaron a su propio entorno familiar y personal del poeta, asegurando que su padre militar participó en la represión en Euskadi, por el hecho de haber sido destinado allí, o sugiriendo que el llorado Javier Egea, que hizo legatario a Fortes de sus últimos manuscritos, se suicidó en parte porque su viejo compañero de viaje se había vendido al capital por escribir artículos en El País. De ahí que el adjetivo de perturbado que le dedicara en un artículo no constituyese, a su juicio, un exceso verbal sino un gesto en defensa propia.

Mientras cierta izquierda canónica respalda a Fortes en la red, el respaldo a García Montero se generaliza. Y, entre sus muestras, no podía faltar la de la Asociación de la Prensa de Cádiz, cuya directiva ha mostrado su «total apoyo y solidaridad» al poeta y catedrático de Granada Luis García Montero tras la sentencia condenatoria del Juez Miguel Ángel Torres. Sin entrar a valorar el texto de la sentencia, la Asociación, mediante un comunicado público, «lamenta que se haya producido este veredicto desfavorable contra quien a lo largo de su trayectoria ha demostrado reiteradamente ser un demócrata convencido y una persona respetuosa y comprometida». No en balde, García Montero ha colaborado en diversas ocasiones con dicha entidad y mantiene su residencia estival en la localidad gaditana de Rota.

Y a ello iba, y a fuerza de que me lapide su santa esposa, Almudena Grandes: dado que el poeta, titular precisamente de una cátedra que lleva el nombre de García Lorca, anunció que iba a solicitar la excedencia de la Facultad de Letras donde imparte clases, ya que entiende que «no tienen ningún sentido dar clases en una Universidad donde se dicen barbaridades», ¿no estaría bien que la Universidad de Cádiz le ofreciera una tribuna para seguir impartiendo docencia?

Ignoro si una oferta en tal sentido rompería las relaciones diplomáticas entre las universidades de Cádiz y Granada, pero es cierto que en esa interrupción temporal de la convivencia académica que ha anunciado García Montero, pesa mucho la soledad del corredor de fondo en la que se ha visto envuelto. No ha sido sino a última hora cuando el rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, ha manifestado públicamente su apoyo a Luis García Montero, instándole a recapacitar su decisión. Hasta ahora, el equipo rector de Granada venía adoptando una cierta distancia respecto a esta tensión interna entre ambos profesores, pero el curso de los acontecimientos ha llevado a que González Lodeiro, a consultas de los medios de comunicación, tomase partido y señalase que no puede «estar conforme» con los argumentos del profesor Fortes respecto a García Lorca y Ayala y, aun respetando su opinión al respecto, se trata de afirmaciones «que carecen de rigor científico».

En su día, fracasó el intento de un grupo de intelectuales gaditanos para que la Universidad fichase honoríficamente a Carlos Edmundo de Ory como profesor invitado de literatura. Fue una ocasión perdida. Ahora, siempre y cuando el protocolo lo permita, no vendría mal que se ofreciera un aula a este ilustre gaditano de temporada. Más allá de la indudable calidad del claustro de la Facultad gaditana de Letras, un refuerzo de semejante calibre no vendría mal.