Opinion

¿Un egregio gaditano en el olvido?

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En la historia de los personajes que tuvieron la dicha de nacer en Cádiz, destaco a don José Manuel Gallegos Rocafull, que falleció en un injusto exilio en Guadalajara, Méjico, en 1963, como tantos grandes españoles.

El relevante gaditano siempre antepuso los ecuánimes y generosos dictados de su conciencia a todo aquello que pudiera perturbarla. Don José Manuel Gallegos nació en Cádiz en 1895 y a los 26 años era ya canónigo de la Catedral de Córdoba. Fue candidato en las elecciones de la II República por un partido conservador, siendo muy destacado profesor en la Universidad de Madrid con honda repercusión en los intelectuales de la España de su tiempo.

Consumado el golpe de estado de julio de 1936, lo condenó con todas sus fuerzas, viajando al extranjero para concienciar de los horrores que iban a acontecer en España. Le turbaba amargamente como fidelísimo seguidor de Jesucristo -al desempeñar su labor al servicio del Evangelio-, la actitud de quienes desde su condición civil, militar o religiosa, daban su adhesión a lo que sólo fue un sangriento enfrentamiento durante tres abominables años y tras la incivil guerra, los dilatados lustros de implacable e indiscriminada represión.

Evidenció con suma contundencia su absoluta contrariedad con respecto a la pastoral colectiva del cardenal Gomá y otros prelados al llamar a la guerra entre hermanos «santa cruzada». «¿Extraña manera de salvar a España!», solía exclamar el ilustre eclesiástico gaditano. La actitud del canónigo Gallegos Rocafull -que fue también la de otros hermanos en la fe-, inherente a su condena del ilegal pronunciamiento, sus clarificadores libros plenos de la evangélica frase: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, uno de ellos; La pequeña grey. Testimonio sobre la guerra civil española, tal vez el más severamente crítico, sus declaraciones públicas, le hicieron ser suspendido «a divinis», ser desposeído de su canonjía, sin ser restituído en sus licencias eclesiásticas hasta 1950 por la Santa Sede. En Méjico este singular gaditano ejerció con brillantez proverbial la docencia en la Universidad de filosofía de Méjico. Promotor de publicaciones en el exilio, destacó junto a filósofos de la altura intelectual de: Sánchez Vázquez, Gaos, García Bacca, María Zambrano Su Cádiz natal y el de su adultez le acompañaron ¿siempre!

Alfonso Aguirre Cabezas. Puerto Real