TIENDA. Los clientes han dado su apoyo al establecimiento que ha abierto en Chiclana. /J. M. ARAGÓN
Jerez

De la huerta a la mesa

Los consumidores dan su apoyo a la iniciativa de la cooperativa de Conil, que ha decidido vender de forma directa su fruta y verdura, lo que abarata los precios

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Del productor al consumidor. Ése es el lema que sustenta la iniciativa que los agricultores de la cooperativa Nuestra Señora de las Virtudes, de Conil, han puesto en marcha con la apertura de su propia tienda en Chiclana, en la que comercializan de forma directa la fruta y verdura que sus socios cultivan y que se comercializa a un precio mucho más económico y asequible para los castigados bolsillos de los ciudadanos.

La clave de este tipo de establecimientos promovidos por los propios agricultores es que la comercialización directa evita los costes de los intermediarios que «son los que elevan los precios», según denunciaba ayer el secretario general de COAG Cádiz, Salvador Pineda, que como Asaja Cádiz y UPA Cádiz ha apoyado el paso dado por los productores de la provincia.

Además, pese al revuelo que esta medida ha causado entre los tenderos y minoristas de la zona de Chiclana -con acusaciones de competencia desleal incluidas- en Conil no han inventado la pólvora, ya que en otras provincias como en Granada los cooperativistas también han puesto en marcha ya su propia cadena de fruterías -bajo el nombre de Súper Fresco- con el principal objetivo de «garantizar la subsistencia del sector, que cobra precios ridículos por una producción que luego se vende a precio de oro en las tiendas», recalcaba Pineda.

En la provincia de Cádiz tampoco han sido pioneros los socios de Las Virtudes, ya que en la zona de Monte Algaida (Sanlúcar) una cooperativa de agricultores ya hace unos años que abrió varias tiendas para vender sus productos a un precio que compensara al agricultor los costes de producción y que fuera económico para los consumidores.

De hecho, los compradores no sólo ven con buenos ojos la apertura de este tipo de tiendas cuyos beneficios notan a la hora de pagar la compra, hasta el punto de que les gustaría que se extendieran por otras localidades como Jerez, sino que son muy conscientes de que la intención que ha movido a los agricultores de Conil «es no perder dinero y sacar rentabilidad a unos productos por los que han trabajado muy duro», recalcaba ayer en el centro urbano jerezano María Tejero, una ama de casa convencida de que «aunque algunos tenderos se molesten, este tipo de venta es más justa para el productor».

Un discurso parecido defendía Antonio Rodríguez, jubilado de la Administración que se encarga todos los días de hacer la compra y que considera que «los agricultores no hacen competencia desleal, porque no bajan de forma artificial los precios. Lo que ocurre es que al trasladarlos y comercializarlos ellos directamente se ahorran costes y no tienen que venderlos tan caros».

Para Rosario Garrido, en cuya cesta de la compra diaria no falta nunca la fruta y la verdura, «es una lástima que este tipo de tiendas hagan competencia a las de toda la vida, pero si el Gobierno no hace nada para que los precios no suban como lo están haciendo, está bien que lo hagan los que los cultivan».

Y ésa es precisamente la defensa que hacen las principales organizaciones agrarias de esta iniciativa a la que, pese a la amenaza de protestas de movilizaciones y de boicot de los minoristas, han mostrado su apoyo más absoluto.

Así, el secretario general de Asaja Cádiz, Cristóbal Cantos, dejaba claro que el paso dado por los 500 socios de la cooperativa de Conil con su tienda Coagrico y que «reduce la diferencia entre los precios en origen y en destino» es buena y sirve de «denuncia de este abuso», aunque también da un toque de atención a las administraciones y asegura que «el agricultor tiene ya su función, y debería ser el Gobierno el que tomara medidas para controlar a quienes se están enriqueciendo indebidamente a costa del esfuerzo del productor y del consumidor».

Para los líderes agrarios de Cádiz, lo que no es de recibo es que los agricultores que reciben un pago ridículo por sus productos luego tengan que verlos en las estanterías de los hipermercados a precios inflados y prohibitivos. «Cooperativas como la de Conil o la de Monte Algaida demuestran que no hay razón para que la verdura tenga que venderse tan cara», apostilla Salvador Pineda.

ppacheco@lavozdigital.es