Ian Blair, en la rueda de prensa en la que anunció su dimisión. / EFE
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La muerte de De Menezes cuesta el cargo al jefe de Scotland Yard

La falta de confianza del alcalde de de Londres obliga a Ian Blair a presentar su dimisión

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Sir Ian Blair, jefe de la Policía de Londres, anunció ayer su dimisión tras perder su batalla para permanecer en el puesto en medio de una disputa política entre el Gobierno laborista y el alcalde conservador de Londres, Boris Johnson. Ejercerá su cargo hasta diciembre, cuando será nombrado el nuevo jefe de Scotland Yard.

Blair, que estudió en Oxford con su tocayo y ex primer ministro Tony Blair, fue nombrado en 2005, pocos días antes de que cuatro jóvenes británicos viajasen desde Leeds a Londres para perpetrar, el 7 de julio, un enorme atentado en el transporte público de la ciudad. 14 después, el 21, otros cuatro fundamentalistas del islamismo intentaron repetir el atentado, pero fallaron y lograron huir. Y en un ambiente de consternación y gran alarma, policías armados mataron al día siguiente a Jean Charles de Menezes, un joven brasileño, cuando entraba en un vagón del metro en la estación de Stockwell.

La Policía de Londres le había tomado por uno de los autores del fallido atentado de la víspera y la publicación de la cadena de errores que llevaron al fallecimiento de De Menezes y la brutal frialdad de su muerte crearon conmoción. Quizás más en el extranjero, donde se quebraba cierta imagen del policía de Londres caminando por las calles desarmado, que entre los británicos, que lo vieron como un episodio desgraciado pero insólito y producto de las extremas circunstancias.

Ningún procesado

Blair quedará asociado mediáticamente a la tragedia de De Menezes, aunque, tras la condena de Scotland Yard por un tribunal de Seguridad e Higiene en el Trabajo, ningún miembro ha sido procesado. Pero el jefe de la Policía metropolitana fue acusado repetidamente de haber engañado al público cuando, horas después de la muerte del joven brasileño, insistió en que se trataba de un terrorista.

El desprestigio causado por ese episodio en los primeros días de su mandato dañó su imagen, que ha sufrido además acusaciones de marginación racial por parte de un alto mando de Scotland Yard y de corrupción en la adjudicación de un contrato. Son acusaciones de las que Blair y los mandos de la Policía se defienden con fuerza.

Lo que ha llevado a Blair a dimitir es, según su declaración de ayer, un encuentro con el nuevo alcalde conservador de Londres, Boris Johnson, en el que éste le habría manifestado que no tenía su confianza y que esperaba «un cambio en el liderazgo». Blair presentó la dimisión a la ministra de Interior, Jacquie Smith, que la aceptó, según Blair, «con pesar, pero con gracia».

Esta escena versallesca oculta la batalla política por el control de Scotland Yard, que es una institución gobernada de una manera mixta por el Ministerio del Interior y el Ayuntamiento de Londres. Blair estaba muy ligado al laborismo, ha apoyado sus políticas de seguridad quizás más allá de lo que le correspondía y ha publicado cifras de delincuencia que los conservadores consideraban manipuladas para favorecer los réditos políticos del Gobierno.