Corea del Norte desafía a EE UU y reconstruye su reactor nuclear

Vuelve la tensión al Paralelo 38, la última frontera de la guerra fría que separa a las dos Coreas desde el fin del conflicto que les enfrentó entre 1950 y 1953. Justo en dicho punto, a la altura de Panmunjon, muy cerca de la caseta donde se firmó el armisticio entre ambas partes, el subdirector general del Ministerio de Exteriores norcoreano, Hyun Hak Bong, confirmó ayer que el régimen de Pyongyang estaba montando de nuevo el reactor nuclear de Yongbyon.

Dichas instalaciones habían empezado a desmantelarse a principios del verano, en virtud del acuerdo alcanzado en febrero del año pasado dentro de las negociaciones a seis bandas de Pekín, que incluyen a las dos Coreas, Estados Unidos, China, Japón y Rusia. A cambio de renunciar a su programa atómico, Corea del Norte iba a recibir un millón de toneladas de combustible, ayuda humanitaria y, sobre todo, reconocimiento diplomático internacional. Para el régimen pilotado por Kim Jong-il, eso significaba que, a medio plazo, EE UU debía sacar a Corea del Norte del eje del mal y dejar de considerarlo como uno de los estados que financian el terrorismo internacional.

Aunque Pyongyang comenzó a desmantelar su reactor atómico y destruyó la torre de refrigeración a finales de junio, la Casa Blanca no cumplió esta condición el pasado mes de agosto. Para ello, EE UU alegó que tenía problemas a la hora de verificar dicho desarme nuclear. Un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores ahondaba en el órdago al asegurar que «Corea ya no desea ser extraída de la lista de estados que patrocinan el terrorismo y no espera que algo así ocurra». Por su parte, el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Sean McCormack, instó a Pyongyang a que no reanude su actividad nuclear en Yongbyon.