Jerez

El burdel de Revilla

CALLE PORVERA El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, confesó en el programa de televisión de Andreu Buenfuente que había perdido la virginidad en un burdel; vamos, que tuvo su primera experiencia sexual pagando. El asunto se habría difuminado sin más con el paso de las horas y habría acabado quedando en una anécdota, pero el susodicho ha preferido mantener en lugar de enmendar y ha vuelto a remachar el clavo diciendo que eso lo hacía el 99% de su generación. Casi nada.

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El hecho de que la iniciación sexual del señor Revilla fuera realizada por una profesional o por una aficionada es algo que no me importa, ni creo que deba importarle a nadie, la verdad. Pero eso de convertir a todos los jóvenes de los sesenta en clientes de burdeles me parece una exageración tan crecida como el escándalo que se han empeñado en montar sus oponentes políticos por las circunstancias de su desvirgamiento.

En Jerez tampoco hemos estado recientemente demasiado lejos de vivir un episodio parecido, en el que unos cuantos amagaron con soltar lastre sobre la vida personal de un importante mandatario local para tratar de obtener réditos políticos. Pero, afortunadamente, la sangre no acabó llegando al río y la intimidad de dicha persona no fue aireada de forma tan repugnante. Porque ya me dirán ustedes qué importa con quien duerme uno o cómo perdió la virginidad, como en el caso de Miguel Ángel Revilla, para ser mejor o peor gestor de la cosa pública. Los límites están para no ser traspasados, y cuando se hace, malo. Lo que viene detrás entonces resulta incontrolable.