Zapatero y De la Vega, durante la sesión de control al Gobierno de ayer. / IGNACIO GIL
ESPAÑA

El Gobierno considera agotado su margen de maniobra ante la crisis Rajoy acusa a Zapatero de ser «el problema»

Zapatero ordena una ofensiva de información y propaganda hasta que mejore la situación de la economía española

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No habrá más medidas contra la crisis, sólo pedagogía. El Gobierno asegura que su margen de maniobra para hacer frente a la crisis económica está ya casi agotado y a falta de actuaciones prácticas centrará sus esfuerzos en la ofensiva propagandística. José Luis Rodríguez Zapatero ha activado todas las teclas a su alcance: los ministros, el partido y hasta los embajadores españoles en el extranjero tienen orden de machacar la idea de que España superará el bache y volverá a la senda del crecimiento.

«Utilizaremos todos los altavoces a nuestro alcance hasta que pase la tormenta», admite una dirigente socialista. «Es lo que se puede hacer hasta que dentro de un año o año y medio cambien las cosas», ratifica un asesor gubernamental.

La puesta en marcha de esta estrategia arrancó con la comparecencia del jefe del Ejecutivo en el Congreso para hablar de economía. En Moncloa admiten que su principal objetivo era dar un golpe de efecto y conseguir trasladar el mensaje de que «ahora sí» se ha cogido el toro por los cuernos. Ya pocos en el Gobierno y en el PSOE se atreven a negar que, tras las elecciones, el poder ejecutivo se sumió en un letargo que dejó a los ciudadanos con una cierta sensación de orfandad, ni que aquello pasó factura a su credibilidad. «Perdimos mucho tiempo, es innegable, pero ahora ya hemos centrado el mensaje», dice brioso un líder territorial que cuenta con la confianza de Zapatero.

El «mensaje» se apoya, casi exclusivamente, en convertir al jefe del Ejecutivo en el abanderado de las políticas sociales. Ésa es la consigna que han recibido todos los escalafones del partido socialista. El lunes lo debatieron los miembros de la dirección; el martes la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, se lo trasladó al grupo parlamentario; y durante dos tardes el vicesecretario general del partido, José Blanco, se ha reunido con alcaldes, presidentes de diputación y, ayer, secretarios regionales para exigir unidad de acción.

En este caso, la llamada a rebato va acompañada de otro reclamo: que el debate sobre la financiación local y autonómica se mantenga más de puertas adentro que hasta ahora y que se avengan a apretarse el cinturón ante la carestía. El propio presidente del Gobierno dio ayer una muestra de que no cambiará el disco, al menos por unos meses.

En una respuesta al portavoz de Izquierda Unida en el Congreso, Gaspar Llamazares, durante la sesión de control al Gobierno de ayer, reiteró que lo suyo será siempre la defensa de los débiles y puso en valor su anunciada subida de las pensiones mínimas y su promesa de becas y guarderías para menores de tres años. En el Ejecutivo aseguran que no hay más que ofrecer porque «en el contexto actual no está en nuestra mano cambiar el clima sobre la economía mundial ni adaptar el sector inmobiliario a un sistema de crecimiento más racional».

La quiebra de Lehman Brothers y los grandes titulares sobre el descalabro de la economía estadounidense han dado, a su juicio, un respiro a los socialistas. «Ayuda a asentar el mensaje de que lo que está ocurriendo no es responsabilidad de Zapatero sino algo más serio, más amplio y procedente de otras latitudes», alegan.

Un colaborador del vicepresidente económico, Pedro Solbes, resume la estrategia. «No nos vamos a inventar medidas todas las semanas porque hay poca capacidad de incidir realmente en la situación». Tampoco pasa por la cabeza del presidente una crisis del Gobierno para eliminar departamentos y racionalizar gastos. Ya lo dijo Fernández de la Vega. «El Gobierno ya ha aprobado las medidas que consideraba oportunas; son esas y no otras las que vamos a aplicar y mantener». Mariano Rajoy ya tiene su propio «váyase, señor González»: «El problema es usted, señor Zapatero». El líder de la oposición dedicó ayer todos sus esfuerzos a responsabilizar al Gobierno de la mala marcha de la economía española al acusarle de haber sido incapaz de adelantarse a los acontecimientos.

«Dijo usted que la industria tomaría el relevo de la construcción, que España estaba a salvo de las subprime, que la inflación bajaría en marzo y que la tasa de paro con usted sería más baja que la más baja con los Gobiernos del PP; tiene usted vista de lince y como pitonisa no tiene precio», ironizó.

El presidente del Gobierno evitó responder al ataque personal y centró su discurso en una loa a la industria española. «Por una vez diga algo bueno para dar confianza y ayudar a recobrar la fortaleza», espetó. Rajoy, ya en guardia frente al cuestionamiento de su patriotismo, volvió al gancho directo. «Es que el problema no es nuestro sector industrial, tenemos un precio de financiación mucho más elevado que el de otros países y no se debe a la falta de confianza en la industria -reiteró- sino a la falta de confianza en usted».

La estrategia de desgaste no estuvo sólo dirigida al jefe del Ejecutivo. La portavoz popular en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, dirigió sus críticas a la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, considerada el principal pilar del Gobierno.

La diputada sacó a relucir las recientes rectificaciones de la número dos del Gobierno a ministros como los de Inmigración o Justicia y puso en duda su capacidad de coordinación.