Una cumbre con cinco vencedores

a) La democracia como tal, visualizada en el hecho de que se celebró en el Palacio de La Moneda, donde hace casi exactamente 35 años fue derrocado Salvador Allende por el general Pinochet.

b) UNASUR en su estreno como instrumento de coordinación y cooperación regional.

c) El presidente brasileño, Lula da Silva, alma del invento y cocinero entre bastidores y vía teléfono de la conferencia.

d) El pueblo boliviano, históricamente preterido y que se ve asistido y objeto de la atención internacional.

e) El presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien puede verse pronto en una tesitura parecida: impecablemente elegido, su proyecto de reforma constitucional, que debe ser ratificado en referéndum el próximo día 28, se enfrenta a una dura fronda opositora centrada en el área de Guayaquil, la menos indígena, con el apoyo de la Iglesia, aunque él es un conocido católico.

Es un hecho que el dúo Lula-Bachelet, la presidenta chilena, socialdemócrata realista, controló el evento de principio a fin, pero eso era lógico y útil. Morales recibió seguridades previas de que tendría un apoyo inequívoco en los dos temas centrales (su régimen elegido democráticamente queda blindado y se apoya sin duda alguna la integridad territorial de Bolivia) y está claro que Hugo Chávez, que acudió encantado, se vio reflejado en ese dibujo (él también fue elegido) y estuvo discreto.

El párrafo políticamente clave de la declaración (no se tolerará la ruptura del orden constitucional) es un calco de la nota brasileña del sábado, que marcó la pauta regional. Y prácticamente se sugiere quién es responsable de la masacre de Pando (unos 30 muertos) cuando se crea una comisión de investigación sobre lo sucedido a petición del Gobierno boliviano.

Morales gana este importantísimo round y la oposición parece entender el mensaje y presentar huecos para un acomodo oficial con los caudillos provinciales porque, además, no es lo mismo el prefecto Cossío de Tarija que el prefecto Fernández el de Pando.