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Qué nos quiten lo bailao!

Estoy pasando unos pocos días de vacaciones y puedo disfrutar de algunas mañanas gaditanas. Aunque digan que hay crisis, que la hay, las calles de nuestra ciudad, al menos en esta segunda quincena, se están viendo muy concurridas. Da alegría salir por el centro y ver el panorama que se respira. Las calles Columela, San Francisco, Ancha etc. son un auténtico reguero de gaditanos, foráneos y guiris que van, cada uno a lo suyo, deambulando de acá para allá y deleitándose de estos días luminosos que hemos podido disfrutar con esa ligera brisa de poniente tan agradecido.

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Hace unos días vinieron dos grandes buques a nuestra ciudad, el puerto estaba ocupado por dos magníficos trasatlánticos y al pasar por las inmediaciones de la Plaza de España pude contemplar como muchos de los pasajeros se apretujaban y hacían colas para montarse en los bus turísticos, un poco más adelante otro gran grupo se apelotonaba frente al monumento de las Cortes (La Pepa para Don Gaspar) atendiendo las explicaciones de sus respectivos guías las explicaciones sobre una de las etapas mas gloriosas de la historia de nuestra ciudad. Poco después, al pasar por la calle Ancha, también se podían ver a muchos pasajeros precedidos de sus cicerones, cartel en ristre, explicando delante del rectorado las excelencias de nuestra Universidad constituida a partir de la primera Facultad de Medicina de nuestro país. Lo dicho, una gozada.

Pero pronto acabará el verano, desaparecerán los turistas, la calle de la Palma y la Plaza Pinto perderán el ambiente de las noches veraniegas y volveremos a la cruda realidad. Seguirán las obras, volveremos a nuestra rutina y aparecerán de nuevo los niños con sus inmensas carteras llenas de libros para el cole. Todo volverá a la normalidad y tendremos que ponernos las pilas para el nuevo periplo laboral, pero... ¿qué nos quiten lo bailao!