OPERACIÓN. La Policía realizó un amplio operativo el domingo, durante el registro de una vivienda. / T. S.
Jerez

Los vecinos de Federico Mayo luchan por defender la imagen de su barriada

La asociación vecinal recuerda que la zona está llena de familias trabajadoras Demandan una mayor atención municipal y una mejora en los equipamientos

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Una de las más importantes operaciones policiales a nivel provincial de los últimos tiempos ha vuelto a colocar a la barriada Federico Mayo en el epicentro de la noticia. Desgraciadamente, en esta zona del sur de Jerez tan castigada por el narcotráfico y la delincuencia se ha estado refugiando uno de los miembros de una peligrosa banda ya detenida y a la que se atribuyen, entre otros delitos, diversos robos con fuerza en varias localidades gaditanas, el tiroteo a un control de la Guardia Civil en Setenil y el asesinato de la joven puertorrealeña, Tamara Leyton (leer páginas 2 y 3).

Se da la circunstancia de que cuando la Policía acudió al citado barrio a registrar el domicilio del delincuente, los agentes recibieron de regalo una lluvia de objetos desde las ventanas de los edificios que dificultaron mucho su labor. Un episodio que ha hecho que la imagen de esta barriada, una vez más, se deteriore de forma considerable ante la opinión pública. Sin embargo, varios de los vecinos del barrio que no se dedican a actividades ilegales han querido salir al paso de las críticas y defender el buen nombre de Federico Mayo.

De la mano del presidente de la asociación vecinal, Julio Morello, los residentes recuerdan que esta zona está habitada por cientos de familias humildes y trabajadoras que poco tienen que ver con la delincuencia y que luchan por cambiar las cosas y rescatar a su barriada de la marginalidad. «Aquí hay que dejar claro que no todo el mundo es malo -apunta Morello-. La gente se dedica a su trabajo y poco más, lo que ocurre es que la calle Zeta siempre ha sido de clase muy pobre, de personas que trabajan puntualmente y por ello se han ido dedicando a la droga. Es verdad que allí no puede entrar nadie, pero se trata sólo de una calle».

El resto de los habitantes del barrio lo conforman familias normalizadas, muchas de las cuales han vivido en él prácticamente desde que nacieron, como ocurre en el caso de Morello, que aterrizó en Federico Mayo a la temprana edad de once años. Según el representante vecinal, son ciudadanos que huyen de la conflictividad y algunos de ellos regentan famosos negocios en el barrio, que han ido pasando de manos a hijos y que lo dotan de una impronta especial.

«En la plaza Baraona, por ejemplo, han abierto un local de comida rápida al que muchos vamos a comprar y que es prácticamente familiar. Los dueños montaron antes una pescadería y luego esto, y llevan ahí toda la vida. También hay pequeños almacenes que han hecho muy acogedora la zona». Los vecinos cuentan con un centro de salud y un parque infantil, aunque el estado de este último deja mucho que desear. Soledad Arana, secretaria de la asociación, insiste en que éste constituye precisamente uno de los puntos débiles de la barriada, aunque su mejora obviamente no compete a los vecinos.

«Los columpios llevan rotos más de un año, a pesar de todas las reivindicaciones que hemos hecho. En este sentido, no hay muchas cosas positivas, pero en lo que respecta a los vecinos aquí la gente es muy normal, salvo la zona específicamente conflictiva». A nivel de equipamientos, como ocurre con buena parte del sur de la ciudad, la realidad no es muy alentadora, y Arana recuerda que aún continúan esperando ordenadores, servicio de internet y una serie de mejoras medioambientales, especialmente en lo referente a la poda, que no terminan de llegar.

Sin embargo, en lo que se refiere a materias de seguridad, aseguran que en la mayor parte del barrio la vida se desarrolla tranquila, a pesar de que existen problemas puntuales de ruidos y molestias por parte de algunos jóvenes. «A veces hay chavales que hacen carreras con las motos y tiene que venir la Policía -reconoce Morello-. Pero esta barriada es como otra cualquiera, tiene sitios peores pero casi la totalidad está bien, uno puede ir tranquilo y en paz».

admontalvo@lavozdigital.es