SATISFECHO. Kenenisa Bekele entra triunfador en la final de los 5.000 metros. / AP
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Los Bekele trabajan en familia

Kenenisa se apoya en su hermano Tariku para ganar el 5.000 y alcanzar su ansiado doblete olímpico

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Etiopía es a las pruebas de fondo lo que Jamaica es a las de la velocidad. Así se puede entender después de los 'dobletes' realizados en las carreras de 5.000 y 10.000 por Tirunesh Dibaba y Kenenisa Bekele. El de la dama es el primero conseguido en la historia olímpica; el realizado ayer por el mayor de los Bekele es el quinto en la historia después de los conseguidos por el checo Emile Zatopek (1952), el soviético Vladimir Kuts (1956), el finlandés Lasse Viren (1976) y el también etíope Miruts Yafer (1980).

Pero a Kenenisa le daba igual. Llevaba cinco años intentándolo, desde el Mundial de París 2003, y aún no lo había conseguido. Tuvo la mala suerte de encontrarse en los cinco kilómetros con la mejor versión de El Guerrouj. En París ganó el 10.000 y fue tercero en 5.000, y al año siguiente, en los Juegos de Atenas, fue primero en 10.000 y segundo en 5.000.

Ayer rompió el maleficio. Para ello tuvo que echar mano de sus otros dos compatriotas presentes en la final, su hermano Tariku, sobre todo, y Cherkos, preparado por si Tariku fallaba (que no lo hizo). Los dos están capacitados para correr en menos de 13 minutos, que era lo que quería el 'clan'.

Aprendida la lección

Y es que Kenenisa había aprendido bien la lección del año pasado en Osaka, cuando le ganó Bernard Lagat tras plantear una carrera muy lenta y sacar su potente final en los últimos metros. Por eso Kenenisa no quería que se repitiese la historia y pidió a los suyos que avivasen el ritmo desde el principio. Y lo consiguieron pasando en 2:45 el primer mil y en 5:22 el dos mil.

Al paso por el tercer kilómetro (8:00), Kenenisa ya se puso al frente de las operaciones y dio el primer latigazo, al que sólo respondieron los kenianos Kipchoge y Soi, y Lagat, keniano también de origen y estadounidense de adopción. De correrse a 2.45 y 2.40 el kilómetro, se pasó a 2.32 cuando tomó las riendas Kenenisa.

Pero Lagat, que fracasó en los 1.500 al no entrar ni siquiera en la final, se vio que no estaba fino y, a las primeras de cambio, cedió terreno hasta perderse en la medianía.

El podio ya estaba decidido: Bekele y los dos kenianos. El orden se resolvió muy pronto. Kenenisa utilizó el último cambio que aún le quedaba al paso por el toque de campana y se marchó casi al esprint los últimos 400 metros, que los hizo en 53 segundos escasos.

Toda una locura teniendo en cuenta que llevaba 4.600 metros en sus piernas y a un ritmo más que exigente. Tanto que su marca final de 12:57.82 fue récord olímpico, como lo hubiese sido también la marca del segundo clasificado, Kipchoge (13:02.80). Fue la final olímpica más rápida.

El bronce fue para el keniano Soi (13:06.22), mientras que Lagat, una de las grandes decepciones de estos Juegos, acabó noveno (13:26.89).

Los dos españoles presentes, Jesús España y Alemayehu Bezabeh, no pudieron hacer nada ante el ritmo impuesto desde el principio. «Hoy por hoy, estos están en otro mundo», admitía un rendido España, decimocuarto (13:55.94). Bezabeh quedó un poco por delante, undécimo (13:30.48).