Editorial

Previsión enrgética

La reducción del coste del crudo en un 25%, después de que el barril rondara en julio los 150 dólares, da un respiro a las economías mundiales más acuciadas por el brusco recorte en los niveles de crecimiento y por el incremento de la inflación. La recuperación de la moneda estadounidense frente al euro y el descenso en la demanda internacional, debido a la menor actividad pero también a la mayor contención en el consumo doméstico, han contribuido a aminorar la factura petrolífera y a aliviar la presión en aquellos países que, como España, están lastrados por una fuerte dependencia energética. A la espera de que el menor coste del barril se traslade de forma efectiva a las estaciones de servicio, la caída del 6,5% en el consumo de gasolina demuestra no sólo la acusada contracción que sufre nuestra economía, sino también que el precio de los combustibles continúa siendo, probablemente, el principal elemento disuasorio para abaratar el gasto energético. De ahí que la moderación en los precios del crudo pueda suscitar de nuevo la tentación de reactivar el consumo y ralentizar los planes institucionales de ahorro y eficiencia.

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La carestía en los últimos meses del petróleo, aun cuando pueda estar alimentada por factores que se pueden atenuar, ha traído consigo la certeza de que el mundo desarrollado deberá acostumbrarse a convivir con unos precios altos y a compartir los limitados recursos con grandes potencias emergentes como China o India. Algunas estimaciones apuntan a que las reservas petrolíferas conocidas se agotarán en apenas 40 años, mientras que las de gas natural lo harán en 63 y las de carbón en 147. La posibilidad de que la mayor demanda internacional no pueda compensarse con un refuerzo equiparable de la producción obliga a repensar los modelos de crecimiento en términos de mayor eficacia tecnológica y a desligar el progreso económico del uso extensivo de energías no renovables. Este mandato compete también a España, que deberá intensificar, entre otras medidas, las estrategias de ahorro y eficiencia con planes más consistentes que el aprobado hace escasas fechas por el Gobierno. Pero también perfeccionar las fuentes de generación solar y eólica y los biocombustibles para ajustar sus costes y calibrar los efectos futuros de dar ya por cerrado el debate sobre los usos nucleares.