ABANDERADOS. Ming y Hao.
EL HÉROE DE LA CEREMONIA

El niño que burló la muerte

El pequeño Lin Hao sobrevivió al terremoto de Sichuán y salvó a dos pequeños

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El abanderado de China en la ceremonia de apertura de ayer fue el pívot NBA Yao Ming. El gigante de 2,29 de altura y más de 140 kilos de peso. Alegoría de un país. A su lado, diminuto, un renacuajo de apenas nueve años. Lin Hao se llama. Su nombre no dice nada, pero su coraje durante el terrible terremoto que asoló el pasado mes de mayo la provincia de Sichuán -se calcula que murieron más de 70.000 personas- le elevó a la categoría de héroe nacional.

Ayer, tres meses después del mortal seísmo, el pequeño Lin Hao desfilaba en las entrañas del estadio 'Nido de pájaro'. Bandera china en la mano derecha y la olímpica en la izquierda. Arriba, justo a su lado, el orgullo nacional; la torre Ming. Premio a la valentía. Cuando la tierra se tragó al poblado de Yingxiu, perteneciente al distrito de Wenchuan, el chaval estaba en uno de los pupitres de la escuela de Yuzixi. Hora de clase rota por la tragedia.

El edificio se desplomó. Un montón de escombros. Y luego silencio. Entre las ruinas, Lin Hao y decenas de alumnos. Después de estar dos horas inconsciente, el chaval se despertó y logró salir al exterior. Pero no lo hizo solo. Pese a estar herido y aturdido, sus espaldas pudieron con el peso de dos amigos. Les salvó la vida. «Les arrastré con fuerza», recordó el pequeño tras conocerse su hazaña. «Se habían desmayado así que primero saqué a uno y luego al otro. Entonces sus padres los llevaron a casa».

Los organizadores de los Juegos ya habían adelantado que rendirían un tributo a las víctimas del terremoto durante la inauguración. Lin Hao lo hizo en calidad de superviviente y héroe. En su clase había 31 niños y sólo diez salvaron la vida. Él rescató a dos. Cuando los periodistas le preguntaron por qué lo había hecho, por qué se arriesgó, respondió tranquilo: «Porque soy el líder del grupo». El 'jefe' de la pandilla.

Tras el seísmo, los socorristas le llevaron al hospital infantil de Chengdu para que recibiera el tratamiento médico. Se recuperó pronto y ayer fue visto por 4.000 millones de personas de todo el mundo. De momento, no quiere ser deportista. Tiene otros planes. «Después de que muchos de mis maestros y amigos quedaran sepultados bajo los escombros, quiero ser arquitecto. ¿Por qué? Para construir edificios indestructibles».