Opinion

Una de vaqueros

LA PORVERA El año pasado por esta época hablaba de la ciudad fantasma en la que se convierte Jerez en agosto por las tardes, así que aparte de repetirme aprovecharé para hacer un llamamiento a mi admirado Clint Eastwood (que pasó de volar puentes a enamorarse de Meryl Streep en los de Madison); para que él a su vez haga un homenaje a su admirado Sergio Leone y se decante por rodar un spaghetti-western en la ciudad, tan propicia o más que las colinas rocosas de Almería para que pistoleros curtidos por el sol y con cara de tipos duros se la jueguen a ver quien desenfunda más rápido.

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Y es que el calor y las calles solitarias y vacías por las que no se escucha ni un alma en agosto hasta bien entrada la tarde-noche dan para esto y mucho más. Propondría como salón típico del pueblo, donde nativos y forasteros se timan a las cartas, beben whisky y arman camorra, a La Moderna, por ser uno de los escaparates más importantes de la ciudad. Pero, lástima, también el ventero y los suyos han cerrado por vacaciones, con todo el derecho del mundo.

Hay también alguna personalidad famosa en la ciudad que, dados su carisma y los sucesos protagonizados en días pasados, servirían perfectamente para un duelo en OK Corral.

Pero, al margen de mis fantasías sobre el Viejo Oeste, fruto de un solo televisor en la casa donde en la sobremesa había lo que había, se me vuelve a repetir la imagen de todos los años. Una ciudad fantasmagórica a ciertas horas que supongo que, como todo lo extraño, debe incluso de tener su encanto para los turistas. Forasteros que, por cierto, son las únicas almas que se atreven a pasear, guía en mano, por las calles que los nativos, sin duda, rehuímos.