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Juegos florales

Hay cosas que es mejor que queden sin explicación, porque dicen que somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios. O eso al menos es lo que muchos hubiéramos preferido con la exposición floral Cádiz de color del pasado fin de semana.

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Si nadie nos hubiera dicho nada, pues bueno, se hubiera perdonado lo desangelado de las tres tiendas de macetas y se hubiera pasado por alto lo de los trapos de la calle San Antonio Abad. Al fin y al cabo mucha gente pensó que iba a pasar otra vez el Corpus cuando vio tantísimo serrín en San Juan de Dios y por mucha publicidad que se hizo pocos eran los que se habían enterado de que aquello tenía algo que ver con Celestino Mutis.

Y eso que en San Juan de Dios estaba lo más discreto, porque lo de la Catedral no tenía nombre con aquellas aglomeraciones de macetas y ya lo de San Antonio dejaba sin palabras a cualquiera, y eso que la Concejala puso su granito de arena, ¿o una piedra?

Pero lo peor es cuando intentaron darnos una explicación a las botellas de Solán de Cabras y a los tercios de Cruzcampo rellenos de helianthus y a las piedras blancas, (lo de la cinta de arpillera tensa y despeluchada que separaba a las infames vallas amarillas no merecía comentario alguno).

José Celestino Mutis era botánico, botánico, insisto. Que se recreen -eso decían- momentos de su vida como su «toma de sacerdocio» ¿se dice así? o «la esperanza de una vida eterna» (eso eran las piedras) me parece un poco tomadura de pelo, pero si encima había una ruta con guía y explicación, la cosa ya se complica un poco. Lo sé. Pudo ser peor. Por lo menos, nadie nos ha explicado qué hace la vaca frente al pajarito.