CONSOLIDADO. Javier Bares en las instalaciones de la ya consolidada empresa carpintera. / MIGUEL GÓMEZ
EMPRENDER EN CÁDIZ JAVIER Y MANUEL BARES / CARPINTERÍA BARES

Nacer y sobrevivir en crisis

La Carpintería Bares es un ejemplo de cómo salir adelante a pesar de que la coyuntura económica no sea favorable

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Las razones que llevan a los emprendedores a iniciar su propia aventura empresarial suelen ser de lo más variado. La que impulsó a estos dos hermanos a establecerse por su cuenta es la historia de dos carreras profesionales a las que se les empezaba a quedar pequeño el ámbito en el que las desarrollaban. «Los dos habíamos tocado techo en nuestras ocupaciones anteriores», explica Javier Bares, gerente de la compañía Carpintería Bares.

El otro hermano es Manuel, que se había formado en el trabajo de la madera en FP y que completó su formación en Bellas Artes. Comenzó a trabajar en el taller de una antigua empresa del ramo de la capital, la carpintería de Jesús Carmona. Javier, por su parte, ya tenía experiencia en la gestión empresarial. No se conformaron con ser empleados y decidieron ser sus propios jefes. Los inicios no fueron fáciles, nacieron con la última gran crisis económica, la de los inicios de los noventa. «Al principio estábamos los dos solos y yo también tuve que aprender el oficio; hacíamos un trabajo muy artesano y enfocado al cliente particular y conseguimos capear aquella situación poco favorable para iniciar un negocio, aunque fue complicado», explica Javier.

La plantilla cuenta hoy con 11 trabajadores. La crisis actual les ha llevado a apretarse un poco el cinturón y esperarán a que pase antes de realizar nuevas contrataciones. Aunque para ello suelen encontrarse con problemas. «Resulta muy difícil encontrar mano de obra cualificada, hay un gran déficit de personal preparado», asegura. La formación en el oficio requiere mucho tiempo y resulta muy costosa para el empresario; enseñar a hacer una silla, por ejemplo, requiere unas semanas y puede que no sea necesario volver a hacer un juego de sillas en varios años, con lo que toda esa formación queda en el vacío durante un largo periodo de tiempo.

Tras 17 años en el oficio, Javier se queja de la imagen que se da de los trabajos artesanales. «Se ha generalizado la idea de que este tipo de ocupaciones es algo cutre cuando no lo es; las administraciones deberían presentarlas como algo atractivo para que la juventud se interese», señala. El trabajo manual no tiene hoy el prestigio del que ha disfrutado siempre, pese a lo gratificante que puede llegar a ser ver y tocar el producto de lo trabajado con las propias manos. «Los oficios artesanales existen desde que el hombre prehistórico se hizo sedentario», sentencia Javier.

Nacer con una crisis les ha dado experiencia para sortear la que ahora se cierne sobre la economía. Su principal mercado llega de la mano de decoradores y de estudios de arquitectura, se resistieron a cifrar su negocio en el boom inmobiliario, así que poco tienen que temer del frenazo del sector. «Las nuevas construcciones daban mucho trabajo, pero requerían inversiones cuantiosas y dejaban pocos beneficios», explica.

Tampoco les preocupan las grandes superficies del mercado del mueble: «Nuestro cliente es distinto, busca la calidad que damos en los materiales, el acabado y el diseño de nuestros productos». Su proyecto más inmediato es encargarse de la restauración y adecentamiento de los cierros, balcones y portones de las casapuertas del centro de Cádiz de cara al Bicentenario y para lo que presentarán un proyecto al respecto al Ayuntamiento y a la Junta.

jlopez@lavozdigital.es