NATURALIDAD. Conchi Ríos.
Toros

Rotundo triunfo de la murciana Conchi Ríos en El Puerto

Su actuación fue un soplo de fescura y personalidad en una faena que rozó lo artístico

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El punto álgido de la noche se vivió con el aluvión de frescura, naturalidad y sentimiento que puso en su actuación Conchi Ríos, una fornida moza murciana de ademanes elegantes y que desprende aroma torero. Aprovechó la extrema nobleza y continua repetición de su oponente para componer una artística faena, plena de gusto y torería. Con los pies clavados en la arena y sin dudar un instante, dibujó tandas de muletazos templados y largos en los que derrochó exquisito sabor y una acusada personalidad. Remataba después las series con adornos inspirados y bellos, con lo que acabó por cautivar por completo a un público se encontraba ya entregado a este nuevo soplo de frescura y personalidad.

Tras una estocada tendida y trasera se le otorgaron dos orejas. Y se le concedió una sorprendente vuelta al ruedo al novillo, que se bien desplegó una embestida noble y repetidora, había apretado hacia los adentros en el capote y durante todo el trasteo de muleta tendió siempre a una huida que sólo fue impedida por la muleta firme de la torera. Una vez más, se vuelve a confundir nobleza con bravura.

Trasteos inacabables

El resto del festejo transcurrió entre trasteos inacabables, desacoples ante los buenos novillos y un abundamiento en manoletinas o bernardinas, con las que, al parecer, todos los novilleros necesitan abrochar sus faenas.

Cayetano Ortiz tuvo una labor decidida aunque algo falta de intensidad y de justeza en las distancias. Javier Saucedo, ante un novillo de excelente condición, no llegó a encontrarse a gusto. González Rique, en una faena larga que fue de más a menos, escuchó incluso un aviso antes de tomar la espada.

Jesús Chover realizó una labor con altibajos que no llegó a interesar al público, frente a otro eral de extraordinaria condición. Mientras Jesús Arroyo, planteó un vibrante duelo, en faena de toma y daca, ante el animal más incómodo del encierro por su incierta y rebrincada embestida.