PASEO. Sastre entrenó ayer junto su director, Bjarne Riis. / EFE
Deportes/Mas-Deportes

«No es imposible ganar, me siento mejor que nunca», afirma Sastre

El abulense aprovecha la jornada de descanso antes de atacar en Los Alpes «En las dos etapas de montaña hay que sacar tiempo a Menchov y Evans», dice

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«He recibido unos 600 mensajes en el móvil». Frank Schleck, el líder del Tour, era ayer el centro de la ronda. Todas las preguntas eran para él en la rueda de prensa del CSC, en Cuneo, en el segundo día de descanso. «Celebré el logro del maillot con dos vasos de vino tinto y viendo la carrera de motos GP». Líder dichoso.

A su lado, tapado, Sastre ocupaba una vez más su puesto en la segunda fila. «¿600 mensajes? Yo menos, de los amigos de siempre». Lo de siempre. En 2007, en la etapa del Aubisque, protagonizó una fuga gigante. De campeón. Perdió ante Rasmussen y Contador. Lo intentó. Sin embargo, de su gesta nada se supo al día siguiente. La expulsión del danés lo ocultó todo. Pedaladas en vano. Es su sino. Le pasó en el Banesto y en el Once. Hasta en casa, eclipsado por el brillo de su cuñado, el Chaba Jiménez. Ha sido segundo en la Vuelta y tercero en el Tour, y está a sólo 49 segundos de su compañero Schleck. Ayer, sin embargo, los mensajes y las preguntas eran para el luxemburgués.

«Nunca me ha molestado ese anonimato», dice. Los focos siempre son de otros: de Valverde, de Pereiro, de Contador. Ganadores. El público de Sastre es más cercano, familiar. «En casa me dicen que Yeray (su hijo) aplaude cuando me ve en el Tour por la tele». Le llega ese eco. Yeray quiere ser torero. «Me pregunta si yo le aplaudiré en las plazas». Y le pide que tenga cuidado: «Papá, no te caigas». Le ruega precaución.

Pero este Tour requiere inteligencia. La clasificación engaña: Schleck manda y Sastre le cuida la espalda. Pero dentro de esos 49 segundos que les separan están un escalador (Kohl) y tres contrarrelojistas: Evans, Menchov y Vandevelde. Sin las dos etapas alpinas, la de hoy y mañana, ese trío ocuparía el podio de París. Soplan a sus favor los más de 50 kilómetros llanos de la crono final. «Por eso, mi contrarreloj son las dos etapas de los Alpes. En el CSC tenemos dos bazas. Eso nos da ventaja. Seremos agresivos», coinciden Schleck y Sastre. Es su táctica: «Inteligencia, pero sin caer en la frialdad. Hay que sacarles tiempo a Evans y Menchov».

Victoria psicológica

De la cima de Prato Nevoso, el abulense se llevó una victoria psicológica. Al fin pudo soltar a Menchov en una subida. El ruso se desplomó al cruzar la meta. Hueco. «Eso es importante. Le hemos ganado un punto. Ahora puede dudar». A Sastre le cuesta caer en la euforia. No es su idioma. Le preguntan si es posible ganar el Tour. Y responde a su manera: «No es imposible». Tiene edad de sobra para haber cosechado decepciones. Como la de 2006, cuando estuvo a sólo 12 segundos del liderato de Pereiro. «Esa derrota me enseñó mucho». Esa ocasión perdida. El Tour le da entre hoy y mañana otra oportunidad. La suerte de otro tren que pasa.

«Me siento mejor que nunca», se atreve. Con el Tour 2008 a menos de un minuto. El Tour de los positivos de Riccó, Beltrán y Dueñas. El dopaje que vuelve a tapar la carrera. «Tengo un sentimiento de incredulidad. Sé que habrá gente que piense que todos somos iguales. Pero yo sé cómo hago las cosas. Los controles son para pillar a los que se saltan las reglas. Es bueno para el ciclismo», dice. El domingo, por la noche tras la etapa, el hotel del CSC recibió la visita de los inspectores antidopaje del Comité Olímpico Italiano. Aprovecharon el paso del Tour por Cuneo para catar a seis corredores. Hoy, la carrera vuelve a los Alpes. La contrarreloj privada de Sastre. Contra Evans y Menchov. El ruso. «Tengo 30 años», avisa Menchov. Es el momento para su Tour. «Ya tengo experiencia. Antes de ganarlo, el Tour hay que aprender a ganarlo». ¿Y a quién teme más? «A Sastre. Es más viejo que yo».