VUELTA DE HOJA

Buenos consejos

No me refiero a los consejos de administración, ni a los que suelen dar los párrocos a sus feligreses, después de regañarles por no ir a misa a los que sí han ido. Hablo de los ecuánimes y sabios consejos que ha prodigado Su Santidad el Papa en su primer discurso en la Jornada Mundial de la Juventud, allá en Sídney. Como la Iglesia es ecuménica, lo que significa que se extiende a todo el orbe, no sólo son válidos para los aborígenes que han ido a recibirle, algunos descalzos y pintarrajeados, sino para todos.

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Benedicto XVI ha advertido del «insaciable consumo» que pervierte no sólo la naturaleza, sino también al ser humano, a través del alcohol, las drogas, la exaltación de la violencia, y la degradación sexual. No se sabe si el eminente teólogo y actual Pontífice, Ratzinger, también conocido a escala popular como el pastor alemán, alcanzará, como mu-chos de sus antecesores, la santidad, pero está claro que tiene más razón que un santo.

Los buenos consejos se aceptan mejor en épocas más necesitadas de ellos. Cuando todo va bien la gente cree que son innecesarios. Además son gratis y no obligan a nadie. Un dicho italiano dice que la sal y los consejos se deben dar solamente a quien los pida. Se sabe que son mejor acogidos los que coinciden con la decisión que cada uno había tomado antes de pedirlos pero, ¿cómo no agradecerlos cuando proviene de una persona mayor y sabia?

El Papa recomienda austeridad en un tiempo donde empieza a ser obligatoria. La crisis española está asfixiando a las grandes empresas y el Fondo Monetario, que es tan insondable como el fondo de nuestras conciencias, advierte de que seremos el país más afectado.

Quizá Su Santidad debiera habernos aconsejado austeridad antes de que se formara la de Dios es Cristo.